En el palco del Barcelona el clima era de rabia. “Ahora no vamos a Madrid”, le soltó un directivo azulgrana a otro, nada más terminar el duelo ante el Inter en el Camp Nou el pasado miércoles (3-3). La sensación entre los líderes de la junta azulgrana no era que el cuadro de Simone Inzaghi había dejado tocado al Barça en la Champions. Era, simplemente, que los italianos habían desnudado las miserias de un grupo en el que no terminan de confiar.Seguir leyendo