escucharescucharUn presente desangelado y un futuro que se intuye no menos sombrío convirtieron a la película “Argentina, 1985″ en un éxito de público y crítica porque, más allá de sus cualidades artísticas, aborda un tópico recurrente: lo que el país alguna vez fue capaz de hacer y por qué hoy una gesta similar parece inimaginable. No es que el juicio a las Juntas Militares avanzara sin divisiones, incluso profundas como las actuales, pero finalmente se superaron.Aquella época no es un espejo del todo agradable porque, además de lo que se pudo hacer, también refleja momentos difíciles del país cuya reiteración luego no se logró ni se supo evitar. La economía de esos años del gobierno de Raúl Alfonsín devuelve imágenes que minan la añoranza. Es una película que nadie quiere volver a ver y de la que, sin embargo, ahora parecen estar proyectándose los títulos de apertura.Con el índice de precios de septiembre de 6,2%, que más allá de haber bajado respecto de agosto sigue siendo muy alto, la inflación ya se ubica en un 83% interanual y, de no torcerse el rumbo, se cumplirán los pronósticos de los analistas que, según el último relevamiento de expectativas del Banco Central, la estiman en un 100% interanual al cabo de 2022. Para el año próximo ya la ven en más del 90%.Si viajamos 36 años atrás en el tiempo nos encontramos con inflaciones interanuales más o menos parecidas a la actual, 82% en diciembre de 1986, o con cifras mensuales similares: 6,5% en julio de aquel mismo año. Para hallar una inflación anual en torno de 100% hay que ir más atrás: 1980 (100,7%). Son números que luego serían minimizados por las hiperinflaciones de fines de la década, con tasas disparatadas que llegaron a más del 3000% anual en 1989 y más del 2000% en 1990.Anteriormente a esas crisis agudas, los 80 se caracterizaron por la persistencia del fenómeno inflacionario con consecuencias recesivas y de progresivo deterioro económico y social. Quedó demostrado que ninguna economía puede funcionar así durante demasiado tiempo. En ese contexto, en junio de 1985, se lanzó un programa de shock heterodoxo, el Plan Austral. En estos días en los que se rescata la figura del fiscal Julio César Strassera como la del héroe impensado, el Austral recuerda al héroe que no fue, el ministro de Economía Juan Vital Sourrouille, impulsor de aquel plan que, entre otras medidas, congeló salarios, precios, tarifas y tipo de cambio, y creó una nueva moneda.Mucho se ha escrito sobre por qué fracasó el programa. Algunos de sus mentores lo atribuyen a vacilaciones y falta de convencimiento dentro de la propia administración Alfonsín, a la pertinaz oposición sindical peronista (la de los famosos 13 paros generales), a la parálisis del Congreso posterior a la derrota del oficialismo en 1987 y a la pérdida de credibilidad del gobierno y del equipo económico. Otros autores agregan el contexto global desfavorable, con suba de tasas en Estados Unidos y un dólar más fuerte, y la escasez de reservas en el Banco Central, entre otros factores. Lo cierto es que luego de su éxito inicial -fuerte desaceleración inflacionaria, reducción de la brecha cambiaria y crecimiento económico-, al año volvió el desequilibrio de los precios, la indexación de los contratos, las minidevaluaciones y los aumentos de tarifas y salarios. El destino del programa estaba sellado. Intentos posteriores como el “australito” o el Plan Primavera, congelamientos y acuerdos de precios de corto plazo, corrieron la misma suerte.Son hechos cuya sola enumeración nos regresa al presente por su aire familiar, más allá de las obvias diferencias de época y de contextos irrepetibles. Esta semana, el expresidente Mauricio Macri volvió a hablar de la necesidad de que un nuevo gobierno tome “decisiones drásticas” para cortar la dinámica inflacionaria; el FMI reiteró su preocupación por el impacto que la situación política -las elecciones de 2023 y las peleas internas dentro del Frente de Todos- podría tener en la inestable marcha de la economía y una parte del Gobierno hace circular versiones de un congelamiento de precios. Para colmo, el contexto global, luego de la pandemia y la guerra en Ucrania, juega en contra.Por eso, tanto ayer como hoy, el desafío parece ser el mismo. Aun con diferencias, lograr un consenso político y social básico para que, también en materia económica, la Argentina decida qué es lo que no hará nunca más.José Luis BreaTemasComunidad de NegociosConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de Comunidad de NegociosConfianza e inversiones. Lo importante no es solo lo que hace un gobierno, sino también cómo reacciona la sociedad”Lloraba de la rabia”. Estudió para hacer lo que amaba y fue cuesta arriba hasta que llegó una oportunidadMercado de granos. El Gobierno y los exportadores ya pusieron bajo análisis la plaza triguera