Hubo un tiempo en el que el mayor problema en las Cortes de Castilla y León era que los ascensores se atascaran en el castillo de Fuensaldaña (Valladolid) que las albergaba. La mudanza a la capital llegó en 2007 y allí siguió la paz política hasta que en 2019, con la coalición PP-Ciudadanos, aparecieron indicios de zozobra convertida luego en tsunami con el auge de Vox. La extrema derecha, que reniega del Estado autonómico, gobierna desde abril con un PP al mando desde 1987. El hemiciclo autónomo ha ganado decibelios y perdido consensos, lamentan seis figuras parlamentarias de distintas épocas y colores. Incluso las celebraciones del 40 aniversario del Estatuto han quedado deslucidas por el desinterés de Vox, que preside el Parlamento, y la ruptura entre bloques.Seguir leyendo