Mercedes Moral vio por TV el momento en que el presidente Fernando de la Rúa dictaba el estado de sitio el 20 de diciembre del 2001. El resto es historia conocida. Los muertos en Plaza de Mayo, la renuncia del radical y los 5 presidentes que pasaron ese fin de año por la Casa Rosada.Mientras todo eso pasaba, Mercedes estaba frente a la oportunidad de su vida. Esta ingeniera textil trabajaba en Decatlon en Buenos Aires. Ese verano, la empresa de ropa deportiva decide cerrar su filial en el país y le ofrecen un puesto a la protagonista de esta historia en Barcelona, España.Una vida de películaLa historia de esta mujer de San Isidro tiene todos los condimentos para convertirse en un guión de una muy buena comedia romántica de Hollywood. La protagonista que escapa de un incendio justo a tiempo. Se enamora de alguien con el que comparte una pasión, en este caso la navegación a vela y se cumplen sus sueños de vivir juntos en un lujoso velero. En el final de la película, Mercedes y Richard Bedere, se besan en la cubierta mientras lo toma un drone que se aleja y abre el plano a un mar de azul profundo.Te puede interesar: Qué fue de la vida de la chica que se desnudó por la música: canta en España y gana hasta 200 euros por noche“El 28 de diciembre la empresa me anunció su cierre. Todo el proceso duró más o menos medio año –recuerda Moral en diálogo telefónico con Infobae-. En julio del 2002 me fui a Barcelona a mi nuevo trabajo en la filial de Decatlon en España”.Mercedes y Richard a bordo de Beelzebuth el velero con el que navegan por el Mar MediterráneoAtrás había dejado su velero anclado en el Náutico de San Isidro. El barco lo heredó de su papá, de quien había heredado la pasión por la navegación a vela. “Participé de un par de regatas en el Río de la Plata con tripulaciones femeninas”, cuenta Mercedes.De Decatlon le ofrecieron pasar a trabajar a la división de la empresa dedicada a los deportes náuticos. “Así unía en mi trabajo, mi pasión por la navegación. Era doblemente feliz”..Te puede interesar: La pampeana que empezó de cero en España: “Lo que no tiene Mallorca es mi familia y la mejor carne del mundo”Mercedes, siempre en movimientoYa afianzada en Europa, la mujer se tomó un año sabático en su trabajo. Corría el año 2007 y con su pareja de ese momento abrió un restaurante en Barcelona. “Me encanta la cocina y había viajado mucho por mi trabajo –recuerda Moral-. Entonces en el emprendimiento cambiábamos la carta todas las semanas. Pasábamos de la comida tailandesa a la italiana cada 7 días”.El velero Beelzebuth en plena navegación por las costas de EuropaCon el trabajo se complicó la vida de pareja y Mercedes dejó a su pareja y al restaurante para volver a trabajar en la industria textil. En ese momento, extrañaba fuerte navegar en alguna regata. Sentir esa adrenalina del movimiento perfecto, la elección exacta para aprovechar el viento que infle la vela.“Una compañera de trabajo me conectó con Richard y así participé de mi primera carrera en mucho tiempo –cuenta Mercedes y se sonríe-. En esa regata en la que participé nos fue muy mal. Y su futuro esposo tardó varios meses en volver a llamarla”.Hasta este momento, si estuviéramos en esa comedia romántica estadounidense ya estarían planteados los protagonistas, pero aún faltaba ese clic en el que empiezan a vivir el amor.Pasaron 4 meses y Richard volvió a llamar a Mercedes para una nueva carrera. La mujer no pudo ir ya que el francés le había avisado de un día para el otro. “No podía dejar mi trabajo y salir corriendo. No es así la cosa”, sentencia la mujer.Mercedes en una imagen al timón del velero que comparte con Richard, su parejaEsta vez, Richard se aseguró avisarle con más tiempo para la próxima regata. Era una carrera en pleno verano europeo entre Bilbao, Santander y Gijón. Tras el evento, hubo baile y fiesta en el puerto. El amor ya estaba en marcha. La película de la vida de Mercedes avanzaba.Tras varios años de noviazgo, encuentros en regatas y cenas con el mar de fondo la pareja finalmente se casó en septiembre del 2016. “Ya desde ese momento empezamos a pensar juntos en el sueño de nuestras vidas. Vivir la mayor parte de nuestro tiempo en un barco en el mar. Flotando y navegando. Sentir la fuerza del viento sobre las velas”, se entusiasma Mercedes cuando lo define de esa manera ante Infobae.En 2018 renunciaron a sus trabajos, Richard se desempeñaba como ingeniero en la industria aérea, y se compraron el velero casa con el que recorren los mares del mundo. Se trata del Beelzebuth de 18 metros de largo.La pareja, al mando del veleroEn las imágenes se los ve a Mercedes y Richard muy tostados y relajados en distintos paisajes europeos. Casi siempre con sol radiante y abrazados. También se ve al velero con las velas infladas. El Beelzebuth navega solo con dos tripulantes que lo manejan de memoria.“Nuestro barco es lujoso y confortable. Es de un astillero francés y es muy cómodo para vivir –define Mercedes orgullosa-. Si fuera un auto se lo definiría como de ‘buen andar’. Además, cuenta con lavavajillas y grupo electrógeno para evitar problemas en alta mar”.Uno de los almuerzos para pasajeros que navegan junto a Mercedes y Richard en el BeelzebuthMercedes y Richard llevan adelante toda la navegación del velero de fabricación francesa. Tienen para ofrecer, además, 3 habitaciones en suite con todas las comodidades para que los pasajeros vivan la experiencia de navegar por el Mediterráneo.Actualmente el Beelzebuth está fondeado frente a Cannes en Francia. “Esto no se trata de un paseo turístico –cuenta Mercedes desde la cubierta del barco-. El plan es que los visitantes vivan la experiencia de navegación completa. Si quieren pueden ayudar o sólo relajarse en las cubiertas para que con Richard hagamos todo el trabajo”.Para el emprendimiento de Beelzebuth no es todo placer. La pareja tiene que hacer una logística tanto de navegación como de comida y bebida para atender a los visitantes que quieran viajar unos días a bordo del velero. “Por ejemplo, hay que saber que durante julio es imposible ir a la zona de Grecia porque los vientos no te dejan salir de los puertos”.La cocina del velero de Mercedes y RichardEl otro aspecto importante es la comodidad de los pasajeros. “Para eso es necesario que tengamos alimentos y bebidas para todas las comidas. “Nosotros no obligamos a nadie. El que quiere se puede tirar a descansar y no hacer nada. Pero muchos turistas con curiosidad nos ayudan y le damos nociones básicas de navegación. Eso es lo que más feliz me pone, porque mi objetivo es transmitir esta pasión que me unió con Richard”.Para el futuro, Mercedes planea navegar por la zona de la isla de Cerdeña durante el verano europeo. Es la temporada alta en la cual el Beelzebuth casi no tiene descanso entre pasajeros que suben y bajan con un promedio de estadía de entre 3 y 5 días.Durante el invierno europeo el objetivo es navegar hacia las costas de Turquía. Para el año que viene, Mercedes y Richard se plantearon otro gran objetivo: cruzar el Atlántico hacia alguna de las playas del caribe que todavía no definieron.Para la travesía si necesitan más tripulación para tener turnos y poder sortear las tormentas que puedan tener en alta mar. “La idea es que seamos 6 marineros que vamos a compartir el cruce del océano hasta alguna zona de América Central”, se entusiasma Mercedes con su nuevo plan para el año que viene.Así, Mercedes mantiene el timón del velero firme y mira al horizonte con el viento que le da en la cara y al mismo tiempo hincha las velas de Beelzebuth. Richard la acompaña en esta aventura de vivir flotando. Muy atrás quedó su salida de Argentina en plena crisis del 2001. Su objetivo, como siempre, mantenerse a flote y disfrutar del mar.Seguir leyendo:Emigraron a España, se dieron cuenta que algo faltaba y hoy tienen éxito combinando dos pasiones argentinasSeis trabajos, una barrera cultural y somatización: una argentina en Madrid cuenta el “lado B” de emigrarPara argentinos que se van a vivir a España: todo lo que hay que saber a la hora de alquilar una vivienda, incluso antes de viajar