Juan Eduardo Jotayan, a cargo de la vicaría Nuestra Señora de Guadalupe de la ciudad de Salta, descubrió a un ladrón y lo enfrentó a los golpes. “Nos agarramos a trompadas limpias, fue una cosa tremenda”, describió. En medio de la pelea, el religioso agarró una silla de madera y se la partió en la cabeza. Acto seguido, fue a buscar un rifle de aire comprimido y lo encañonó para que abandonara el lugar. “En ese momento le apunté y le grité: ‘Si no te vas de acá, te perforo la cabeza a tiros’. Todavía no puedo creer la barbaridad que le dije”, se sinceró el sacerdote horas más tarde. Leer más
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