escuchar>LA NACION>SábadoLa modelo argentina vive junto al rugbier y sus dos hijos en París desde hace 10 años y lo acompaña durante todos los partidos del Mundial16 de septiembre de 2023Flavia FernándezPARA LA NACIONescucharUna foto en Facebook, un mensaje de Twitter que se respondió con retraso, charlas que pasaron al WhatsApp y de repente una familia con sede en París. Detalles más, detalles menos, ese fue el comienzo de su historia de amor con uno de los Pumas más queridos, actual jugador del Racing Métro 52. Natacha Eguía (31), la protagonista en cuestión, ya modelaba y comenzaba a trabajar en Francia cuando Juan Imhoff, wing de la selección nacional de rugby, que también vivía ahí, la descubrió en las redes. Ella había ganado el reality “La Argentina más linda” y quería ser actriz, pero el destino le propuso otra jugada. “Lo mío era el arte, además del modelaje tenía en la cabeza hacer una carrera en televisión, actuar, conducir. Pero el amor atravesó esta historia. Cuando nos vimos no nos separamos más y ya tenemos dos hijos, de 4 y un año. En el medio estudié, me recibí de licenciada en Relaciones Internacionales, aprendí idiomas. Hace 10 años que vivimos en París”, comenta desde Marsella, donde su marido jugó el primer partido del Mundial de Rugby.–¿Seguís a tu marido a todas partes?–Literal. Yo a Juan lo sigo a todas partes. Siempre. Esta vez lo sumé a Bastián, que ya entiende y se banca los horarios. Nikita es muy chiquita y se quedó con mi mamá en París. Ella vive con nosotros, así que es un lujo, un placer absoluto poder moverme sin culpa, sabiendo que todo está bien en casa.Unas vacaciones en familia junto a Juan y sus hijos, Nikita y Bastián–Idilio marido-suegra. No siempre se da…–Es que mamá es súper canchera, tiene 57 años y está divorciada. Ella llegó en tiempos de pandemia, con el primer vuelo de emergencia que se consiguió. Basti tenía 10 meses y la invitamos para que se quedara un tiempo. Pero teníamos planes de tener otro hijo y yo estudiaba. La recontra necesitaba porque estaba a nada de recibirme. Y a ella le encantó el plan, obvio.Juan Imhoff, wing de la selección nacional de rugbyCLEMENT MAHOUDEAU – AFP–¿Cómo es un día en tu vida?–Siempre distinto. A veces tengo campañas y no existo, pero después estoy un montón. Entonces disfruto paseando, viendo ropa o haciendo mis castings de cafecitos de especialidad, que adoro. Hace una década que estoy acá, pero la ciudad no deja de sorprenderme. Más allá de la belleza, de la cultura, de todo lo que entra por los ojos, hay una dinámica que me enamora. Sigo emocionándome cuando veo la Torre Eiffel.Natacha en el Festival de Cannes, donde fue invitada este año–¿Croissant, crepe o sos antiharinas?–Prefiero un avocado toast, pero también soy fan de los brunch parisinos que tienen todo, así que la tentación es enorme. Me gusta comer sano y hacemos mucho en casa, con mamá. Probamos diferentes opciones de harinas a la hora de hacer pan.-Audaz preparar la propia patisserie en el universo de los eclairs y macarons.-Lo hacemos, sí. Yo no me cuido en las comidas en cuanto a cantidades sino en la calidad. Tomo mucha agua y busco tener una buena higiene de vida. Cuando uno se alimenta bien enseguida se nota en la piel, el pelo, incluso en la actitud. Por suerte yo tengo buena genética y no me obsesiono. Hago pilates 2 veces por semana y no mucho más. Lo que pasa es que tengo una facilidad increíble para marcarme. Gracias a eso pude volver muy rápido al trabajo. Y de paso demostrar que se puede ser mamá y conservar un cuerpo intacto. Este año, con 2 hijos, trabajé como nunca en París.–Hoy se habla más que nunca del tema cirugías, excesos y peligros. Parecería que en París todo es más tranquilo al respecto.–Acá no se usa, así que no estoy acostumbrada a ver esas bocas enormes o caderas con rellenos.Tampoco se ve mucho la pestaña postiza y esas cosas. A mí, en lo personal, las cirugías no me gustan. Si bien me hice las lolas al comienzo, hoy no lo haría. Es más, en el mercado parisino hubiera funcionado mejor sin ese retoque. Por otra parte, detesto los rellenos y todo lo que entra en el cuerpo vía inyección porque me dan pánico las agujas. Creo que cuanto menos, más fino, elegante y real. Soy fan de las buenas cremas y los masajes faciales.”Hace una década que estoy acá, pero la ciudad no deja de sorprenderme”, dice la modelo sobre su vida en París–¿Alguna vez te subestimaron por linda?–Lo de la linda que seguro es tonta existe, pero ya quedó anticuado. Esos comentarios son de otra época. Pero no voy a negar que la gente se sorprende cuando digo que soy modelo, que terminé una carrera y que tengo mil sueños por delante. Hace poco me presenté en un casting para un papel secundario en una película francesa. Buscaban una chica de 30 años argentina, que hablara francés con el acento nuestro. “Bueno”, dije, “es mi papel”. Pero no. Llegaron a la conclusión de que yo era demasiado linda, o muy modelito supongo, para hacer el personaje. La belleza no me dejó agarrar el papel.–¿Sos de frustrarte fácil?–No, para nada. No pierdo las esperanzas de volver a intentar en la actuación. Tampoco me sucede con la carrera de mi marido. Estamos tan emocionados en este mundial porque sufrimos mucho cuando quedó afuera en 2019. Fue chocante, pero ahora estamos disfrutando a full. Es su tercer mundial y todo es felicidad.–¿Extrañás Argentina?–Es mi país y me encanta, claro. A nivel profesional lo que extraño es el tema de poder estar en televisión. Estaba encaminándome cuando surgió toda este cuento de hadas, que está buenísimo, pero que tampoco es la perfección. Extraño a mis amigos, el estar en una casa y poder organizar asados multitudinarios. Los planes sin tanta anticipación, la cosa espontánea. Con respecto a ciertas costumbres vamos bien porque con la globalización ya es común encontrar carne argentina o las galletitas para la chocotorta. Aunque adoro mi departamento y mi familia, siempre me siento un poquito de vacaciones. Pero no está en los planes volver por ahora. Además estoy al tanto de todo. Es triste ver desde afuera todo lo que está pasando.La familia siempre presente, apoyando a los Pumas–¿Qué es lo que más te impresiona?–La inseguridad, el tema de la droga, la pobreza, el horror de no poder vivir tranquilos. Igual siempre digo que tengo esperanzas. Siento que algo bueno puede pasar, que algún buen equipo de políticos y una decisión de cambio generalizado…No sé. Es algo profundo y difícil. Solo digo que la incertidumbre es fatal y el miedo lo peor que nos puede pasar.–Sos amiga de Wanda Nara, ¿qué las unió?–Pegamos onda apenas nos conocimos y nuestros maridos se llevan muy bien. Creo que las dos sabemos divertirnos, pero también disfrutar de nuestro costado maternal. La pasamos genial en el restaurante más canchero de París pero también nos matamos de risa en el pelotero, o tomando mates. Nos conecta la alegría y la espontaneidad.–¿Están hablando en este momento delicado de su vida?–Yo respeto mucho su decisión de no hacerlo público y no hablar del tema. Son cosas muy delicadas y personales. Me parece perfecto todo lo que ella decida.–¿Son de tener cábalas?–La cábala de Juan es que yo esté siempre en los partidos. Con Bastián vamos con camisetas personalizadas. Vivir esto en familia es lo máximo.Flavia FernándezConforme a los criterios deConocé The Trust Project