Lauty Gram: de la infancia con carencias al éxito en las redes y el amor sin etiquetas con La China Suárez

Creer. Y reventar. Lautaro González Cadicamo vino a reescribir aquella máxima. Creer: en sí mismo, cuando nadie había reparado en él, y lanzarse a la nada, con la intuición como única garantía. Reventar: las métricas de las redes sociales, con reproducciones y likes por millones, para conseguirlo todo.Hijo de la crisis del 2001 en su máxima expresión -nació el 27 de diciembre de ese año, apenas una semana después del estallido social, político y económico de la Argentina-, desde la habitación de su casa, donde el trueque había funcionado como moneda de subsistencia, se convirtió en un fenómeno en TikTok. Tenía apenas 19. Meses después vendría la música, el boom de la canción “Vida gangster”, los shows. Y un nuevo estallido, pero esta vez personal, de éxito, fama y dinero. Ya era Lauty Gram.“Estoy contento: se viene un verano con fechas en todo enero y febrero. Y pensar que esto arrancó hace un año…”, le dice a Infobae, todavía asombrado por aquel salto que dio, casi sin escalas, desde Claypole a La China. Porque claro, también hay un romance mediático -aunque él huya de las etiquetas y de las repercusiones en los medios- con Eugenia Suárez.Pero antes, hay una historia para descubrir. La empieza a contar Lautaro. La sigue escribiendo Lauty.Lauty Gram pasó de romperla en las redes sociales a convertirse en uno de los referentes musicales de su generación (IG)—¿Cómo fue tu infancia?—Muy contenta, a pesar de que éramos muy pobres. Mi mamá tenía que hacer trueque para tener una bolsa de harina y una bolsa de… no sé, de lo que sea, para que podamos comer día a día. Nací en el año de la crisis. Así que imagínate. Hacían malabares.—¿De qué trabajaba tu papá?—Cuando yo nací estaba desempleado, y después consiguió trabajo en el puerto: descargaba y cargaba las cosas en los barcos. Mi mamá trabajaba depilando: estaba todo el día con eso. Y yo me criaba con Aldana, mi hermana más grande: ella me hacía de comer, me hacía esto, me hacía otro, y yo hacía como que ella era una supuesta madre. Yo le decía “mamá”, porque durante cinco años ella hizo ese rol.—¿Dónde vivían?—Zona sur. Barrio Don Orione, Claypole.—Y cuando te empezó a ir bien, ¿pudiste ayudarlos a ellos?—Fue lo primero que hice cuando empecé a ver plata. Compraba mercadería para casa. O capaz que le daba a mi papá no sé… 100 mil pesos, para ellos, para que tengan. Imaginate: para ellos, ver esa plata era como “¡Wow!”. Y encima, que salga de mí. Decían: “¿Qué onda este? ¿Qué está haciendo?”. Capaz que pensaron que vendía droga y eso. No entendían nada de lo que yo hacía, solo me veían con el celular así, grabándome.—¿Ellos insistieron con que estudiaras?—Sí. Cuando terminé el secundario estaban re contentos porque era como un logro. De ahí era para la universidad, aunque yo no quería estudiar. “Estudiá lo que vos quieras, pero tenés que ir”, me dijeron. Bueno, elijo Arquitectura. Fui dos días, nomás, porque tenía que ir desde Claypole hasta La Plata: dos horas de viaje con el colectivo, tren y todas esas cosas. Al tercer día llego a mi casa re cansado y veo en el celu que estaba de moda TikTok, que había salido, nuevo, y todo el mundo estaba hablando eso. Me lo descargo, empiezo a ver videos y veía gente que se hacía la linda, así, como beboteando. Entonces me creo una cuenta y hago lo mismo: me grabo, me hago el lindo. Al otro día me levanto a las 5 para ir a la universidad, entro a TikTok y en mi video había como un millón de reproducciones y todos “me gusta”. ¡Me volví loco! Ese día no fui a la universidad, que era un sufrimiento, y me la jugué: arranqué a subir 10 videos por día, todos los días.—¿Cómo se te ocurrían ideas para hacer 10 videos por día?—Cinco me copiaba y cinco se me ocurrían. Por día pegaban cuatro, con medio millón de reproducciones, y me re servía: era un re número para mí. Y todos los días subía 30, 40, 50 mil seguidores en mi cuenta, así tun, tun, tun, tun. Como estaba todo el día ahí metido me fui dando cuenta cómo era el algoritmo de TikTok: veía lo que me funcionaba, lo que no, y yo iba probando. Era prueba y error. Subía videos y sabía que pegaban.Lauty Gram en los estudios de Infobae—¿Te acordás de dónde vino la primera plata importante que entró?—Sí, de una marca de ropa, hace dos años. Yo tenía 19 años y estaba loco: ver 1500 dólares, de la nada… Con esa plata me compré un celu para grabarme mejor.—¿Cómo fue decirle a tus viejos que dejabas la facultad porque la estabas rompiendo en las redes?—Se lo tomaron re bien. Confiaron en mí. Me dijeron: “Bueno, te damos un año sabático. Y fijate”.—Y hoy, ¿ellos te siguen en las redes?—Sí. Tienen TikTok, suben videos, todo. Y ya los saqué a los dos del barrio. Están viviendo acá, en Palermo, conmigo. Les doy tanta plata para que vivan. Ya dejaron de trabajar. Era como la meta, ¿viste?—¡Qué fuerte eso! Porque sos muy chico…—Sí, sí. Es re fuerte. Con la plata más grande que vi, que fue con un contrato que cerré, al toque me compré mi casa, mi auto, y ahora compré la casa para ellos.—¿Cómo apareció la música?—Hice un viaje a Mar del Plata con otros tiktokers para hacer contenido con una marca. En ese viaje había un productor que hacía música, pero yo no lo conocía. Estábamos todos en una cena en un restaurante y el anfitrión dijo: “El que canta una canción enfrente de todos se gana un fernet”. Yo estaba re en pedo y dije: “¡Yo quiero!”. Agarré el micrófono, eran como 200 personas. Al lado mío había un chabón con una guitarra: “¿Cómo es la canción que vas a cantar? Para los acordes”. Se la mostré así, en el oído, y al toque la arranca. Y me pongo: “Colgando un titán, esquivando efectivos policiales”, un RKT de Salastkbron. Al otro día estábamos en la playa y viene este productor: “Tenés una chispa. ¿Estás para venir al estudio y probar?”. “¡Sí, obvio! Vamos”. Voy al estudio. No entendía nada: ver un micrófono, los auriculares, tenía un miedo… Empieza a hacer un beat y hago una canción, tirando freestyle. La primera canción la saqué así, de la nada, sin avisar, sin tener algo escrito. Tiré cualquier cosa y bueno, tuve suerte: se hizo viral en TikTok.—Cómo cambió la industria de la música en los últimos años: hay una forma de llegar a la gente que no existía. Antes, te tenían que tocar con la varita mágica de una discográfica.—Sí, era muy difícil. Lo que tiene la gente hoy es que aburre muy rápido de las canciones, ¿entendés? Cada semana salen en Argentina 15 canciones nuevas. Entonces la gente escucha una canción 10 veces y ya se aburre, y quiere escuchar otra nueva. Tiene que ser todo muy rápido: debés tener las canciones preparadas, o seguir, tun, tun, tun, sin parar.—¿Cómo te llevás con este nivel de exposición, y que de repente se hable tanto de tu vida?—Algunas veces me da paja, ¿viste? Hay circunstancias en las que yo no quiero que se hable porque es muy privado, pero igual se filtra algo, y ya, ¡pum!, sale en todos lados. Y la gente empieza a opinar.—¿Te enojan los comentarios malos?—Depende lo que salga, aunque si sale algo muy bueno, la gente igual te va a poner algo malo. Pero imaginate: estoy hace tres años, ya he leído todos los comentarios negativos que se podrían leer. Así que ya me da igual.Lauty Gram (IG)—¿Andás noviando?—No sé. No. No sé todavía.—Sé que no es lo que más te gusta, pero te tengo que preguntar. Y vos, me respondés lo que quieras.—Sí. Estamos bien. Pero lento. Tranquilo.—En algún momento salió una ex novia tuya a hablar del tema.—No. Nunca tuve novia.—¿Y ahora tampoco?—Tampoco.—¿Te dan ganas de enamorarte y estar de novio, o estás disfrutando de este momento?—No. Estar de novio significa estar con una persona con la que la pasás bien todos los días, y con la que compartís cosas y eso. Pero no. Me da igual. Prefiero estar así, tranquilo, como estoy ahora, que estoy contento.—¿Te mandan muchos mensajes directos en las redes?—Y… capaz que si subo una historia haciéndome el lindo, me responden bastante. Pero yo no hablo con nadie en las redes, con nadie, con nadie… Porque también, si le respondo algo, si le pongo “gracias” con un corazón o algo así, al toque capaz que suben a la historia y ponen: “¡Miren quién me habló!”. Esas cosas que inventan. Ya me pasó una banda de veces. Entonces, yo solo lo leo.—¿Y te sacás fotos?—Sí, yo sí me saco fotos con todo el mundo. Cuando termino de dar un show, bajo del escenario y me quedo 10 minutos sacándome fotos con la gente. Y me dicen: “¿Puede ser un beso, Lauty?”. Y esas cosas no, porque después ponen: “Lauty se dejó dar un beso por una fan”, y no sé qué, cosas así. Así me hago el boludo, como que no escuché, y fingí demencia.—¿Quién es más celoso: vos o La China?—No. Es que todavía no se llegó a ese punto.—Van despacio.—Re despacio. Como que la gente ya piensa que estamos juntos, que nos vemos todos los días… Pero no.—A ver, algunas veces ustedes juegan un poquito, porque La China, hace un tiempito…—Sí, nos comentamos las fotos.Uno de los tantos intercambios en redes sociales con la China Suarez (IG)—Los medios titulamos así, como vos decís; yo te lo tomo. Pero ustedes también nos histeriquean un poquito: nos dejan ver que están en el mismo lugar, con fotos distintas. Hay un jueguito ahí…—Sí, sí. Pero todo re tranquilo. A mí no me gusta mucho la exposición y esas cosas, que sea tan directo, porque tampoco quiero exponerme tanto. Prefiero estar así, tranquilo, sin nada. Y así, viviendo la vida contento.—¿Qué dicen tus papás de este presente?—Ellos me van a apoyar, con la persona que esté, y van a estar re contentos.—Te preguntaba más allá de La China, por este presente tuyo, de tanto laburo por delante. Tus papás deben estar muy orgullosos.—Si tengo un show en Mar del Plata, Punta del Este, en Chile, ellos me acompañan. Y cuando me ven cantando con toda la gente, capaz que se ponen a llorar, esas cosas, ¿viste?—De la época del trueque a ver a su hijo en el escenario, con tanta gente que lo sigue…—Sí, es increíble. Hasta el día de hoy me acuerdo cuando mi papá llegaba a la noche a casa con una Fresh (gaseosa), un paquetito de arroz y un alfajor. Eso era lo que comíamos. Tengo esa imagen: él, entrando a la casa con la bolsita. Y veo cómo estamos hoy en día y me pongo re contento. Fue un progreso increíble. Y también creo que este recién es el inicio. El año que viene quiero sacar un álbum de seis o siete canciones, con colaboraciones. Y después hacer un teatro, porque yo solo hago boliches. Esos son mis dos proyectos.—¿Es muy exigente el ritmo de los boliches? ¿Cuántos shows se hacen en una noche?—Yo, ponele, canto viernes, sábado, y capaz que por fin de semana tengo cuatro o cinco shows. Y por ahí también te canto un lunes, un miércoles.—¿Y van tranquilos? Porque la noche y los shows en boliches, en la historia han traído algunos…—No, no. Por suerte, tengo un equipo que es muy responsable: nadie se droga, nadie toma alcohol, nada. Así que vamos todos re tranquilos. Nos la pasamos jugando al truco en el avión, en el micro, en el hotel. Siempre por plata. Por lo menos tiene que haber 1000 pesos en la mesa. Si no, es como que jugás sin ímpetu, ¿viste?—Volviendo al disco y a las colaboraciones, ¿se puede venir una colaboración con La China? ¿Lo charlaron?—No. Primero, somos de dos géneros de música muy distintos. Y además, como que tampoco mezclamos esas cosas.—Lo profesional.—Sí, sí. Con ella nunca hemos hablado de la música, de esas cosas. Nada. Obvio que nos preguntamos: “¿Cómo te fue?”, pero como que nunca hablamos de eso.Lauty Gram con Tatiana Schapiro en Infobae—Te voy a rescatar, porque sé que no te gusta hablar de La China y has sido muy generoso con nosotros. ¿Te vas a Miami?—Sí.—Yo dije Miami, pero te vas a Estados Unidos.—¡Justo le pegaste!—Por las dudas, no te voy a preguntar con quién te vas…—Me voy con La China. Lo cuento porque después la gente va a ver las fotos, que estamos en el mismo lugar, y van a empezar… Sí, nos vamos juntos. Es la primera vez que voy a Estados Unidos. Voy a conocer.—Lauty, ¿qué le decís a ese chico de Don Orione, al que veía como sus viejos se esforzaban tanto?—Que fue un crack por haberse bancado todo lo que se bancó, porque pasó por una banda de cosas y así, callado, siguió para adelante. Y logró lo que siempre soñó. Me acuerdo pasaba toda la noche acostado en la cama, diciendo: “Ay, ojalá se dé, ojalá se dé…”. Y bueno, se dio. Así que le agradezco por haberle dado para adelante.

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