“La voz más bella”: es cantante lírica, aficionada al cosplay, e interpreta personajes populares del manga japonés

escucharescucharA María el talento y la gracia le fluyen como un manantial, porque a su voz de soprano lírica —de agudos vibrantes y timbre redondeado de color oscuro—, la acompaña su energía desbordante, una capacidad histriónica y una intuición que la muestra como una intérprete segura y espontánea. En el escenario le atraen los desafíos, el virtuosismo vocal, la velocidad y las coloraturas en los límites del registro. Entre los géneros, prefiere las comedias de enredos; y entre los personajes, aquellos cándidos o pícaros que le deparan diversión y felicidad.Así triunfó en su carrera internacional. En 2005, siendo la participante más joven, con veintidós años, ganó el primer premio del Concurso Internacional de Canto Neue Stimmen, una competencia operística de primer nivel que tiene lugar en Alemania, considerada una de las más consagratorias del mundo por su convocatoria de candidatos y por la calidad del público profesional en sus instancias decisivas (directores de teatros y sellos discográficos, managers, agencias artísticas y prensa especializada). Entre las 1200 voces preseleccionadas en 15 países, de las cuales solo siete alcanzan la final, María se consagró como la voz más bella y el talento más impactante.DETRÁS DEL MOSTRADOR DE SU PANADERÍA DE SANTA FE SOÑABA CON LA ÓPERA Y AHORA ES UNA DE LAS SOPRANOS MÁS RECONOCIDASAdemás de los premios y la grabación de un documental como carta de presentación, el resultado inmediato de aquel concurso fue un contrato para cantar en una gala en Berlín, una beca para audicionar con Daniel Barenboim por la cual le ofreció ingresar al ensamble de la célebre Staatsoper, pero sobre todo, una propuesta que le cambió la vida: su incorporación al Atelier Lyrique de la Opéra Nationale de París, invitada por el propio director de la casa, presidente a su vez del prestigioso jurado, el ya desaparecido Gérard Mortier.Aceptó y se quedó a vivir en Francia durante doce años. Pero extrañó mucho. “Extrañaba todo, todo el tiempo”, cuenta. De modo que, al cabo de ese intenso período de crecimiento profesional, decidió volver al país. Hoy a casi dos décadas de aquella hazaña competitiva, su espíritu ávido e inquieto la llevó por los caminos de una cultura tan lejana como fascinante. Desde Japón, invitada como solista de una serie de conciertos en el Isumi Hall de Osaka, María Virginia Savastano comparte una conversación de domingo en torno al arte de representar la vida a través de sus personajes.Interpreta roles famosos de la historia de la ópera y personajes populares del manga japonés como cosplayerPor amor al JapónEn uno de esos años parisinos, María fue convocada por el famoso director de orquesta Marc Minkowski para una gira en Japón como integrante del ensemble de música barroca Les musiciens du Louvre. Fue la primera aproximación a la cultura nipona, una cultura que habría de deslumbrarla al punto de aprender a cantar su música, hablar su idioma y hasta profesar su religión, el sintoísmo. Otra de las manifestaciones culturales que adoptó como propias, además de vestir kimonos y comer el venenoso pez globo (una Delikatesse llamada fugu prohibida en la mesa del emperador), es la tradición del manga, una especie de animé japonés con una estética inconfundible que atrae a millones de cultores en todo el mundo y que María sintetizó en una expresión personal, interpretando, además de sus clásicos roles operísticos, las figuras del manga con el distintivo de su voz lírica.“La primera vez que vine a cantar sola a Japón, fue al festival de Fukushima para unos conciertos dedicados a los damnificados del accidente nuclear —recuerda—. Había más de 100mil personas viviendo en campamentos después de haber perdido absolutamente todo, pero los japoneses tienen un estoicismo extraordinario que les permite superar adversidades y esos conciertos fueron ideados para llevarles algo, para darles amor a través de la música.” Durante tres años participó de esos espectáculos que la acercaron al pueblo japonés, fortalecieron su vínculo y su comprensión de una cultura diferente.”Les encanta el extranjero que habla su lengua, y se enamoran cuando les cantan en japonés. Cuando termino el concierto la costumbre indica que debo saludar al público ¡Es una experiencia increíble! porque me hacen sentir que soy una estrella” ¿Qué fascinación provocó un cambio espiritual tan profundo como para convertirse al sintoísmo? “Mi abuela, muy católica —relata—, me inculcó desde su credo la idea de que hay que tener algo firme en la vida a lo cual poder aferrarse y para una persona como yo, con una vida artística con todos los altibajos, emociones intensas, largos impasses de actividad, viajes, desequilibrios e inestabilidad constante, esa máxima suya era algo fundamental para atravesar los cambios bruscos. Pero hubo un punto en que no podía creer en nada. No tenía en mí esa roca firme a la cual aferrarme en momentos de vacilación. Empecé a estudiar religiones y doctrinas y llegué al sintoísmo: una religión animista de miles de años que nació en el Japón, antes que el budismo y que, con sus casi ocho millones de dioses, basa sus creencias en el respeto a la vida y la naturaleza. A todo ser vivo le encuentra un sentido profundo.”Cuenta que además de los miles de altares que la sorprenden en las calles a cada paso, hay maneras que le resultan llamativas y cautivantes: la corrección y la gentileza en el trato, la buena educación, la observancia de los protocolos, la etiqueta y el gusto por la ceremonia, las demostraciones de gratitud y afecto que expresan mucho, delicadamente, aunque parezcan distantes. “Les encanta el extranjero que habla su lengua —agrega—, y se enamoran cuando les cantan en japonés —admite con una sonrisa, consciente de esa habilidad que domina—. Cuando termino el concierto la costumbre indica que debo saludar al público ¡Es una experiencia increíble! porque me hacen sentir que soy una estrella. Me siguen desde hace años, llevan fotos y afiches míos para pedir autógrafos, me traen regalos, pasteles de arroz y cosas dulces. No dan besos ni abrazos porque evitan el contacto físico, pero ofrecen su reverencia y, como gesto de mayor reconocimiento, me toman las dos manos a la vez que inclinan la cabeza con admiración y estima.”María Virginia SavastanoDe la ópera al cosplay¿Qué tiene en común la ópera con el cosplay del comic japonés? “¡La fantasía! —responde—. La ilusión de ser otra persona. La gente confunde el cosplay con un mero disfraz. Pero no solo se trata de caracterizarse. Se trata de interpretar un personaje. Es un gran juego de actuación.”Actualmente, por la popularidad que alcanzó la práctica (por la que se organizan competencias mundiales, convenciones donde se venden materiales y producciones de fotos, videos y posters, se promocionan los sitios webs para obtener ganancias en función del número de seguidores que consiguen, etc.), la actividad puede estar remunerada. “Algunos lo hacen como pasatiempo —explica—. Otros, famosos, cobran dinero por sus actuaciones. Viven de eso. A mí me encanta el animé y lo que me fascina es lograr mi caracterización, sentir que estoy viviendo la vida de ese personaje. Lo hago por diversión.”Respecto de dónde transcurre ese mundo imaginario, dice que, en su caso, en las historias complejas que tienen contenido, “en las típicas aventuras de ninjas y samuráis con peleas de espadas y con mucha adrenalina, pero también con filosofía porque son obras maestras que le dan profundidad al significado de la vida del hombre y de la tierra.”Más allá de las temáticas de la tradición del manga, y de la música y el canto lírico en la ópera, hay semejanzas y diferencias en la actuación en cada uno de los géneros. “Los personajes operísticos son más profundos porque tienen un pasado y van hacia sus metas —aclara—, pero también van con la música, es decir: hay mucho más que una actuación. En el cosplay, los fans del género aman ver a sus héroes fuera del animé y mi tarea es hacerles creer, lo más fiel posible, que el animé soy yo, diciendo los diálogos en japonés, representando las poses y frases célebres, sus poderes mágicos, la capacidad de volar o de ser la mejor samurái de la tierra. El cosplay es más relajado que la ópera porque no estoy frente a una multitud que permanece sentada, observándome inmóvil y en silencio. Es todo lo contrario. Las convenciones de cosplay son algo ruidoso, colorido e intenso. Y, una vez más —sobre el trasfondo de esas representaciones—: al interpretar esas heroínas, me siento liberada”.¿Liberada de qué? “De la timidez y de los complejos de mi cuerpo. Todo eso desaparece porque elijo las figuras ganadoras, no las sopranos que al final mueren. Puedo ser una mujer bella y sexy y, lo más importante: en la ópera tengo un libretto que me adelanta el final, tengo el control y la tranquilidad de ‘ser alguien’ que ya tiene la vida escrita. Claro que en el medio tengo que transitar el rol con las emociones y la pasión en su piel, porque el personaje no sabe que yo conozco su final, entonces cuando sufre, sufre, y eso es lo que debo transmitir. Mientras tanto, ‘María’ se queda en un rincón, mira, da órdenes a su voz, está atenta a su concentración musical y solo reaparece cuando su intervención es necesaria o una situación inesperada en escena. Ahí vuelvo a ser yo misma, aparezco en auxilio de mi personaje, lo guío conservando su esencia también para proteger al público y la ilusión que tiene que reinar en el espectáculo lírico.”María Virginia Savastano“El primer sonido del futuro”Pero hay un grado más en la escala de esas realidades ilusorias a las que María accede, en primer lugar, a través de un vestuario. Otro paso en el recorrido de la imaginación es el que le permiten las cualidades de su voz lírica, ágil, flexible y de gran extensión, María es capaz de interpretar el arte surrealista de una exitosa cantante llamada Hatsune Miku, la figura más popular del Japón que convoca a millones de seguidores, generando en torno a su música e imagen, un frenesí sin par. Pero se trata de un vocaloid.Los vocaloides (un concepto nacido en Japón a partir de un programa de composición desarrollado por Yamaha para hacer música con voces falsas) son voces sintéticas representadas en hologramas. Es decir: Hatsune Miku es una cantante virtual, “diseñada” por un software con un repertorio de más de 100mil canciones, es el holograma de una mujer eternamente niña que canta con la voz artificial de vocaloid, pero acompañada por músicos que son personas humanas tocando en vivo e interactuando en una impresionante creación de realidad virtual.“Hatsune Miku es la diva japonesa por antonomasia—afirma María—. Es la celebridad número uno. Es un fenómeno propio del Japón, de una cultura muy inteligente, con una cabeza muy distinta a la nuestra y con los medios y la tecnología lo suficientemente avanzada como para crear este tipo de realidades complejas que son un mundo en sí mismas.” Tan artificial es la música, que no conoce de los límites ni las reglas propias de una voz natural, que resulta humanamente (casi) imposible de cantar, excepto para María que por sus excepcionales condiciones vocales ha llegado a incluir algunos de los temas más famosos de Miku en los bises de sus conciertos japoneses.Hatsune Miku significa “el primer sonido del futuro”, inquietante nombre con el que fue bautizada esta suerte de muñeca de 16 años, de enormes ojos azules y cabello color turquesa que viste minifalda y canta en estadios repletos de fans. Tal es el delirio que provoca su “figura de chica adorable” —una silueta menuda que no alcanza el metro sesenta al estilo japonés fetiche llamado “antropomorfismo moe”—, que a partir de ella, han surgido los pioneros del “movimiento ficto-sexual”, hombres fanatizados con su imagen que mediante ceremonias simbólicas han llegado a casarse con su ídolo digital, en una quimera que acabó en el inicio de la pandemia, debido al impacto negativo que suscitó el fenómeno de parejas de humanos adictos al animé y los videojuegos con personajes ficticios, y al debate extremo sobre “códigos sociales inclusivos” nunca antes imaginados, la empresa tecnológica proveedora del avatar que tales hombres adquirían como pareja en forma de un holograma instalado en una cápsula, decidió su total desconexión.Hatsune Miku en un recitalFacebook/HatsuneMikuOfficialPagePara quienes la han visto, afirman que es tan perfecta e impactante la calidad de su realización, que cualquiera olvida la virtualidad. Dicen que se cuentan de a miles las cosplayers que imitan a Miku. Pero una imitación completa que incluya precisamente el canto, como lo hace María, es la meta inalcanzable de quienes aspiran a ser la muñeca con la voz del futuro.“Yo la vi cantando en vivo en la Opera de Châtelet en París —recuerda—. Cuando al terminar el concierto, salió a agradecer, unos amigos que estaban conmigo no podían creer lo que estaban viendo. El holograma es una personificación absoluta en 3D, es una imagen tan perfecta, tan cierta e indiscutible, que deja de ser virtual. No es una ficción. Tampoco es una realidad ‘real’. Pero lo que es innegable es que uno se sumerge de tal manera en esa ilusión perfecta, que lo que vive es otra forma de la realidad.”Mientras tanto, ya sea en la ópera o en las historias del animé, lo que vale para María Savastano es vivir la fantasía de sus personajes. “Aunque me muestre histriónica y confiada en el escenario —admite—, la verdad es que todo es una actuación. En el fondo sigue estando esta persona tímida e insegura que solo se siente libre cuando se convierte en otra, cuando la representación me libera de todo, hasta de mi propia vida.”* * *Los favoritos en la ópera“Me fascina la comedia y los típicos personajes pícaros de Mozart —comenta—. De Così fan tutte: Despina por la diversión. Fiordiligi, por el desafío vocal. ‘Me confundo y me avergüenzo —canta Despina—, pero si me han tomado el pelo menos mal que yo se los tomo también.’” De Fiordiligi le atre el espíritu soñador, su fidelidad, constancia y fortaleza. “Susanna del Fígaro es muy viva y disfruto de eso. Y las otras predilectas: Lauretta, la hija de Gianni Schicchi de Puccini “porque se luce y se lo lleva todo”. Incluso los aplausos por una de las arias más famosas del género O mio babbino caro. Y Adina de L’Elisir d`amore de Donizetti. “No me gustan las tragedias ni las sopranos que lo pierden todo. A mí no me gusta perder nada. Me gustan las mujeres ganadoras, las que se salen con la suya y especialmente las que quedan victoriosas al final.”Cecilia ScalisiTemasConversaciones de ModaConforme a los criterios deConocé The Trust Project

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