Mundos íntimos. En 2010 me mudé a la cordillera. Aprendí que lo hermoso y lo terrible van de la mano y hay que respetarlo.

Inesperado. Empezaron a caer cenizas por acción de los volcanes. La vida cotidiana cambió: creció la solidaridad y hubo que modificar las rutinas, pero nadie se dio por vencido.

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