EscucharPor su calidad, un investigador definió los productos como “Falsificaciones Triple A”. Parecían originales. Pero, en realidad, eran una copia casi perfecta. Tras una investigación que comenzó con un allanamiento en el barrio Barrancas del Lago, en el complejo urbanístico Nordelta, en Tigre, la Policía Federal Argentina (PFA) secuestró casi 2000 termos y vasos térmicos, entre otros productos, que simulaban ser de la reconocida marca Stanley.Así lo pudo reconstruir LA NACION de fuentes de la investigación. La causa, por presunta comercialización ilegal de productos falsificados en Nordelta, comenzó una denuncia de Grupo Mendizábal, que tiene la licencia de Stanley para el mercado argentino.El caso recayó en el Juzgado Federal N° 2 de San Isidro, a cargo del juez federal Lino Mirabelli. Las tareas investigativas fueron encomendadas a detectives de la División Antifraude de la Superintendencia de Investigaciones Federales de la PFA.“Los sospechosos ofrecían los productos, a un muy buen precio, en Instagram. Ellos vivían en Nordelta, pero el punto de entrega de los termos y vasos térmicos los hacían en un local tipo depósito de Villa Adelina, en San Isidro”, sostuvo una fuente del caso.A fines del año pasado se allanó el domicilio de la pareja que ofrecía los productos en publicaciones de Instagram.“En el allanamiento en Nordelta, además de decomisar termos, vasos térmicos, bombillas y otros productos Stanley falsificados, se secuestraron teléfonos celulares y documentación que permitió avanzar hacia los denominados mayoristas”, explicaron fuentes del caso.Según dijeron los voceros consultados, a partir de la información recuperada de los teléfonos celulares y de lo que surgió de la documentación secuestrada, se pudo ubicar un showroom y una baulera en la ciudad de Buenos Aires donde, en allanamientos hechos en los últimos días, se secuestraron otros 1200 productos y artículos truchos.Una pareja que vive en Nordelta vendía termos Stanley truchos.PFASegún publicó LA NACION en junio pasado, los termos truchos se fabrican en China y las empresas advierten que según los análisis a los que someten a los productos incautados, no cumplen con las normas de seguridad alimentaria y la obligación de ser fabricados con el acero 304 que contienen níquel en su fórmula. Para asegurar la inocuidad de los envases metálicos, los termos no deben contener más de 1% de impurezas constituidas por plomo, arsénico, cadmio, mercurio, antimonio y cobre considerados en su conjunto, según los parámetros fijados por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat).“La intención no es llegar solo a los revendedores minoristas, sino identificar a los que traen la mercadería de contrabando”, dijo una fuente del caso.Ilegales y tóxicos“Como el níquel es costoso, los termos ilegales usan materia prima no adecuada, que tienen un valor en el mercado de unas diez a quince veces menos. Este acero ‘tóxico’ contiene materiales contaminantes en valores mayores a los permitidos, como plomo, cobre, arsénico y azufre, entre otros, que se transmiten por las altas temperaturas o por la acidez de los líquidos”, habían explicado en junio a LA NACION en el grupo Mendizábal, .El circuito comercial de los productos fabricados en China es complejo. En la mayoría de los casos, la mercadería ingresa al continente a través de la zona franca de Iquique, en el norte de Chile. De ahí pasa a Bolivia y su destino final es el mercado argentino, aunque también hay partidas que terminan en el sur de Brasil, otra región con una alta penetración en el uso de termos y el consumo de mate.La elección de la Argentina como destino de los termos truchos no es casual. La Argentina, Uruguay y el sur del Brasil son los mercados que lideran el uso de este tipo de productos, con una penetración en los hogares desproporcionada con los promedios de otras regiones.En la Argentina se venden más de 4 millones de termos a nivel anual y el mercado está liderada por Lumilagro, que controla cerca del 60% del mercado, mientras que los productos importados históricamente representaron un 30% del negocio y el otro 10% se distribuyó entre Peabody y otras marcas más chicas. En el sector siempre se jactaron de sobrellevar mejor las crisis que otros rubros, porque aun en tiempos de baja del consumo, la yerba y los termos soportan mejor las recesiones.Los termos pirateados que se están vendiendo en forma masiva también en locales del barrio de Once y otras zonas del área metropolitana son fabricados en China con acero inoxidable, en el mejor de los casos. En la mayoría de los casos se trata de productos que se comercializan con la marca Stanley, que se convirtió en un ícono de consumo para muchos hogares argentinos, y la mejor forma de identificarlos es el precio. Un termo original de Stanley no baja de los $100.000, mientras que los truchos se pueden conseguir por $20.000 o $25.000.LA NACIONTemasNordeltaConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de NordeltaZona por zona. Cuánto cuesta alquilar un departamento de dos ambientes en el Gran Buenos AiresNi Olivos, ni Vicente López. 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