Antes de embarcarse a bordo del buque Juan Sebastián Elcano el próximo mes de enero, la Princesa Leonor ha querido despedirse de su época en la Escuela Naval de Marín por todo lo alto. La primogénita de los Reyes Felipe y Letizia ha querido disfrutar al máximo de sus últimos días en Galicia antes de las Navidades. Todo ello ha sucedido en el marco del tradicional Baile del Ciento, una jornada que organizan los propios alumnos y que se celebra como despedida a los guardiamarinas del primer curso que se embarcarán el próximo año en su primera gran travesía.Momentos antes de la celebración de este baile anual, la Princesa y algunos de sus compañeros pasaban de su tiempo libre de la mejor forma posible: disfrutando de la gastronomía gallega. Así, el pasado sábado 7 de diciembre, Leonor visitó con sus compañeros de la Escuela Naval de Marín la pequeña localidad de Poio. Allí, como suele hacer allá donde acude, la hija de Felipe VI de España quiso disfrutar de la gastronomía local. Y lo hizo de la forma más auténtica posible, conociendo uno de los formatos de establecimiento más especiales de la tradición gallega; un furancho.Junto a sus compañeros de la Escuela Naval, Leonor disfrutó de una agradable velada en el Furancho ‘A de Caballero’, uno de los más míticos y antiguos de la zona de Poio, situado en los bajos de la casa familiar. Como desveló el propio dueño del establecimiento, Manuel Torres, en declaraciones a El Debate, Leonor y sus acompañantes pasaron una velada tranquila, sin llamar la atención, disfrutando de tapas y copas de vino al calor de la estufa. “Se fueron sobre las cinco de la tarde, sin prisa”, explicó el dueño del mencionado local.Un restaurante ‘improvisado’ típico de las Rías BaixasPero, ¿qué es exactamente un furancho? No es un restaurante, ni tampoco un bar o una bodega. Este tipo de establecimiento, único de la idiosincrasia gallega, cuenta con sus propias características y regulaciones legales. El furancho, también conocido como loureiro, es una casa particular, regulada y con licencia, que se especializa en servir bebida y comida típica gallega, una tradición propia especialmente de la zona de las Rías Bajas. Aunque funcionan principalmente como viviendas privadas, abren sus puertas con el objetivo de vender el excedente de vino de cosecha propia, acompañado de tapas elaboradas por los propietarios.La normativa de la Xunta de Galicia permite que estos establecimientos operen solo tres meses al año, fuera de la temporada alta, y ofrezcan un máximo de cinco tapas seleccionadas de una lista de platos tradicionales gallegos. En esta lista se encuentran las siguientes especialidades: tabla de embutidos-quesos, pimientos del Padrón, oreja-chorizo, zorza-lomo, costilla, huevos fritos, sardinas o jureles a la brasa, callos con garbanzos o alubias, tortilla de patatas, empanada o empanadillas y croquetas.Según ha contado el dueño del furancho a varios medios de comunicación, Leonor actuó con total normalidad durante toda la comida, al igual que hace siempre que acude a algún restaurante con sus amigos o familia. El grupo que acompañaba a la princesa, unos ocho amigos, probó “un poco de todo, incluido el vino albariño de la casa que sirve en jarras”, contaba el dueño y fundador de este peculiar local a medios como El Debate. Probaron una variedad de tapas entre las que el furancho en cuestión servía, en concreto huevos fritos, empanada de zamburiñas y berberechos y embutidos de la zona. Todo ello acompañado de albariño del local que, como establece la ley gallega, se sirve en jarra y sin embotellar.
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