La del próximo domingo será para el georgiano Mikheil Kavelashvili una jornada tan especial como debe serlo para cualquier persona que se convierte en presidente de su país, pero con un bonus track. Al mismo tiempo que acceda a su nuevo puesto, el exdelantero del Manchester City, el Zurich y el Grasshoppers, entre otros clubes, entrará en la poco transitada historia que une el fútbol con política, ya que será el segundo exjugador del deporte más popular del planeta en alcanzar el lugar de máximo mandatario de una nación.Es cierto, Kavelashvili no goza de la fama y el renombre de su antecesor, el liberiano George Weah, Balón de Oro 1995 y futbolista africano del año en 1989 y 1995, quien presidió su pequeña nación desde 2018 hasta enero de 2024. Tampoco asumirá su cargo con un amplio apoyo de la mayoría de sus compatriotas, como le ocurrió al formidable goleador del Milan y el Paris Saint Germain, ya que no fue elegido directamente por el pueblo sino por un Colegio Electoral que lo tuvo como único candidato, pues la oposición no asistió a la sesión entre denuncias de fraude. Y ni siquiera tendrá en sus manos el poder real del gobierno, que recae en manos del primer ministro. Pero aun con esos matices, la curiosidad de pasar del césped al sillón presidencial mantiene su vigencia, y solo el propio protagonista sabrá si el antepenúltimo día de este año superará en su escala de emociones personales a lo vivido un lejano 5 de abril de 1996.Aquella vez, en Maine Road, el viejo estadio del Manchester City demolido en 2003, se jugaba el clásico de la ciudad. Los locales ni siquiera soñaban que alguna vez alcanzarían y hasta superarían los éxitos de su célebre rival, que ya sabía lo que era ganar una Copa de Europa, contaba en sus filas con una megaestrella como Eric Cantona y alumbraba una generación de jugadores encabezada por David Beckham, Ryan Giggs, Paul Scholes, Nicky Butt y los hermanos Neville que prometían más y más éxitos.Mikheil Kavelashvili, exfutbolista y candidato a presidente de Georgia@mikheil_kavelashviliLos de camiseta celeste llegaban al derby como era habitual en esos tiempos: a los tumbos. Así las cosas, el técnico Alan Ball decidió darle una oportunidad a un delantero que provenía de Georgia y había aterrizado en el club de manera sigilosa en diciembre de 1995. Aquel zurdo de 1,80 metros de estatura había sido convocado por primera vez en el partido anterior ante el Bolton, aunque no llegó a debutar. En el clásico, en cambio, Ball le confió la titularidad en la delantera junto a Niall Quinn.A Mikheil Kavelashvili le faltaban por entonces tres meses para cumplir los 25 años. Había nacido en Bolnisi, una pequeña ciudad distante 65 kilómetros de Tbilisi, la capital de una de las repúblicas que conformaban el inabarcable mapa de la Unión Soviética. Su capacidad goleadora le valió un lugar en el Dinamo, el equipo más laureado de su nación, que había ganado la Recopa europea en 1981, pero del cual casi se había perdido el rastro en los años noventa. Kavelashvili hizo su estreno en primera división en 1988; y tres temporadas más tarde, debutaría en la selección de Georgia, que hacía su presentación oficial en el escenario europeo. En el 95 jugó cedido en el Alania Vladikavkaz, de Rusia, con el que marcó 12 goles para ganar la liga; y en diciembre, el City le pagó al Dinamo el equivalente a dos millones de euros y se lo llevó a Manchester.The last time Mikhail Kavelashvili made headlines in the UK, United won the derby… https://t.co/O4TUOB6gxC pic.twitter.com/Bzw5BOjwhD— Gavan Reilly (@gavreilly) December 14, 2024
El “salvavidas” que Ball lanzó esa tarde a la cancha amagó con ser la salvación en el minuto 39. El United ya ganaba 1-0 con gol de Eric Cantona cuando en el área de Peter Schmeichel cayó un centro pasado desde la izquierda. Quinn la bajó de cabeza al medio y Kavelashvili anticipó a Steve Bruce para tocar cruzado de derecha, batir al arquero danés y transformarse en el único georgiano hasta la fecha en marcar un tanto en el derby de Manchester. No valió de mucho. Los “red devils” acabarían ganando 3-2 para continuar su camino hacia el título, el City no pudo evitar la pérdida de la categoría en esa temporada, y el futuro presidente apenas tuvo tres apariciones más en Premier League. No le iría mucho mejor en Segunda División: 2 goles en 24 partidos fue su modesto récord y no extrañó que en 1997 fuese prestado al Grasshoppers durante dos años para quedar libre al final de ese período.El nuevo escenario le vino bien a Kavelashvili y Suiza fue durante muchos años su nuevo hogar. Lo atestiguan sus 96 partidos en el Zurich, 76 en el Grasshoppers, 27 en el Lucerna, 17 en el Basilea, 16 en el Aarau y 10 en el Sion. Entre todos ellos sumaría la nada despreciable suma de 76 goles. No volvería a jugar en la liga de su país, pero sí en la selección, donde alcanzó la cifra de 46 partidos entre 1991 y 2002, con 9 festejos.El único antecedente de un futbolista profesional devenido presidente es el de George Weah, estrella del Milan que se convirtió en primera mandatario de LiberiaChristophe Ena – APCambiar tantas veces de camiseta (vistió 12 durante toda su carrera) parece que se le hizo costumbre a Kavelashvili, ya que su momento cumbre en el ámbito de la política está marcado por un sorprendente giro en sus ideas y planteos. El exfutbolista fue elegido parlamentario por primera vez en 2016 como integrante de Sueño Georgiano, un partido y posterior coalición creada por el empresario multimillonario Bidzina Ivanishvili. En su origen, ese grupo político sostenía un discurso pro occidental y manifestaba sus intenciones de sumarse a la Unión Europea, pero lentamente fue incrementando sus relaciones con la Rusia de Vladimir Putin, un proceso que se aceleró tras el comienzo de la guerra en Ucrania y ganando en autoritarismo y recorte de derechos.Kavelashvili siguió esa misma senda. En 2022 fue uno de los fundadores del movimiento Poder Popular, que se alió con Sueño Georgiano y multiplicó la retórica a favor de Rusia y en contra del bloque europeo. Más aún, fue uno de los autores de una controvertida ley que obliga a las sociedades cuya financiación dependa en más de un 20% de dinero extranjero a registrarse como “perseguidoras de intereses de una potencia extranjera”. La legislación, similar a la que utiliza Rusia para desacreditar a las organizaciones críticas con el gobierno, provocó que la Unión Europea detuviera el proceso de adhesión, lo que abrió una profunda grieta en la población georgiana. Las denuncias de fraude en las últimas elecciones y la ola de disturbios y represiones que recibieron la designación del nuevo presidente fueron y siguen siendo su consecuencia.Mikheil Kavelashvili, exfutbolista y candidato a presidente de Georgia, con el el luchador de MMA Ilia Topuria, una estrella de ese país@mikheil_kavelashviliUna vez retirado del fútbol, el salto de Kavelashvili a la política había sido progresivo. En 2015 quiso ser presidente de la Federación de fútbol de Georgia, pero no pudo optar al puesto por carecer de un título terciario: “El presidente de la UEFA, Michel Platini, tampoco tiene estudios superiores. Es una decisión deliberada contra mí”, dijo en aquel momento, sin saber que casi una década más tarde nadie le pediría un diploma universitario para gobernar el país.La aproximación de las grandes figuras del fútbol a los puestos de mando parece más habitual en Georgia que en otras latitudes. Kakha Kaladze, uno de los máximos ídolos locales y figura del Milan en la primera década de este siglo, es el actual alcalde de Tbilisi. A partir del domingo 29 llegará el turno de Mikheil Kavelashvili. Recibe un país convulsionado y el tiempo dirá si logra destacar como lo hizo a lo largo de su periplo por los clubes suizos o pasa con más pena que gloria como le ocurrió en el Manchester City. En cualquiera de los dos casos, nadie le quitará la medalla de haber sido el sucesor de Weah en esto de cambiar los botines por el bastón de mando de una nación.Por Rodolfo ChisleanschiEncontrá resultados de fútbol en vivo, los próximos partidos, las tablas de posiciones, y todas las estadísticas de los principales torneos del mundo.Ir a CanchallenaSeguí leyendoUna pareja perfecta. Seis títulos, récords y victorias épicas: Hamilton, rey con Mercedes y la nueva ilusión de FerrariSímbolo escocés. 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