La fila de autos y camionetas con miembros de la barra de Boca encaró temprano por la autopista Ezeiza-Cañuelas. Por la cantidad de integrantes y las banderas que trasladaban, cualquiera podría pensar que el equipo de Fernando Gago jugaba una final en algún estadio cercano. Eran vehículos tras vehículos con los colores xeneizes. Al llegar a la intersección con la autopista Presidente Perón, todos tomaron el desvío. Una caravana barra que se dirigía hacia algún lugar. Y ese lugar quedaba cerca: bajaron a la altura de la calle Canelones, siempre en el partido que tiene por intendente a Gastón Granados, hijo del eterno jefe político de la zona, Alejandro Granados, y tomaron las calles internas hasta llegar a destino. El lugar elegido lleva el nombre de Lago Escondido, como el sitio de la Patagonia argentina. Y allí, el jueves pasado entre las 11 de la mañana y las cinco de la tarde, la barra brava festejó el fin de año. Una temporada aciaga de resultados para el club pero que siempre tiene balance positivo para el grupo que domina el paravalanchas desde hace nueve años, cuando un pacto realizado también en Ezeiza, en ese momento en el restaurante El Mangrullo, puso en la cima del poder nuevamente al tándem Rafael Di Zeo y Mauro Martín, dejando fuera de juego a Cristian Fido De Vaux, que la había gobernado desde 2013. Poco tiempo después esa dupla se convertiría en un terceto con el ingreso de Marcelo el Manco Aravena, líder de la facción Lomas de Zamora que vive y tiene un comedor comunitario en… sí, Ezeiza. Donde parecen confluir todos los caminos de la barra.A diferencia de otros grupos que tienen sus internas (las más notorias las de las barras de los clubes de Avellaneda, Racing e Independiente, y la tensión siempre constante en Los Borrachos del Tablón, que no hicieron aún el tradicional asado de fin de año en este 2024), La Doce hizo una demostración de fuerza y de unidad hacia adentro pero también hacia afuera de la institución. En el primer rubro, porque se juntaron todas las facciones internas a punto tal que fueron casi 850 los que pasaron el día del barra perfecto en Lago Escondido. Como para dejar en claro que, como siempre dicen, pasan los jugadores, pasan los dirigentes pero las barras quedan. Una barra que jugó fuerte en favor del oficialismo actual y lo dejó en claro con los telones que dispusieron en los últimos partidos de este año. Y en el segundo rubro, porque hubo despliegue de banderas robadas a otras barras y cánticos de “si tienen huevos que las vengan a buscar”, reafirmando el concepto que reza en un trapo visible en la segunda bandeja de la Bombonera que dice “Nunca hicimos amistades”.El predio del festejo se le adjudica al empresario Walter Pérez, dueño del shopping Las Toscas de Canning, y con relaciones con la política grande del conurbano y la interna del club, aunque en las elecciones de 2023 se lo vio apoyando la candidatura de Andrés Ibarra. Allí hubo parrillero para que ninguno de los muchachos del tablón tenga que preocuparse por encender el fuego y en cambio sí pudieran desplegar las banderas propias y las que mostraron de otras barras. Varias de éstas pertenecen más a filiales que a las que se muestran en el centro de cada popular de la República Argentina, pero según los propios integrantes de La Doce, “fueron ganadas en combates barras contra barras, no a hinchas comunes” como es la acusación de los rivales cada vez que se muestran este tipo de trapos. Como si hubiese una violencia aceptada y otra mal mirada. Insólito, como todo lo que pasa en el mundo barrabrava. Así mientras desplegaban los “trofeos” cantaban: “Vengan Los Borrachos a la Bombonera, vengan a La Boca a buscar las banderas”. Y también hubo cantitos para Racing e Independiente al ritmo de “a ver si cruzan Avellaneda y se animan a buscarlas acá en la ribera”.La fiesta que según los asistentes consistió en un profuso asado donde como corresponde a La Doce no faltaron las achuras y estuvo regada por todo tipo de bebidas, fue un obsequio de los organizadores por un año complicado en lo deportivo pero consistente en lo económico. La barra de Boca no sólo siguió facturando con los negocios del merchandising propio y las réplicas del oficial, los puestos de comida y bebida, los traslados a la Copa Argentina y lo que se jugó de la Sudamericana sino sobre todo con el inmenso negocio de seguir metiendo turistas e hinchas comunes en cada partido de local. Pero además este año apostaron por negocios ciento por ciento legales como el restaurante Jugador Número 12, en Puerto Madero, que si bien lo administra el grupo gastronómico Avalos-Bodda le deja ingentes ingresos a la barra por el alquiler de la marca, que tiene registrada a nombre de Rafael Di Zeo y de su pareja. Rafa hizo también cenas shows a 100.000 pesos el cubierto contando anécdotas de la barra a salón lleno. Un negoción que se potencia también con la venta de su propia marca de indumentaria, RD. Este filón de la ropa también lo vio Marcelo Aravena que sacó su línea “Siempre Mono, Nunca Sapo”, frase que siempre identificó a su sector en La Doce.Y sobre el final, cerca de las 17, hubo tiempo también para brindar por el futuro. La Doce cree que la fase de Repechaje del equipo generará más ingresos, que ese empujón será clave para la zona de grupos de la Copa Libertadores a la que todos dan por hecho que van a clasificar y por último el Mundial de Clubes, una vidriera al universo para intentar demostrar lo que siempre dicen con orgullo: que son la mejor barra del mundo. Mientras, y aunque el equipo no haya coronado ningún título, ellos celebran igual. Porque desde hace décadas las cuentas cierran y eso, en el mundo barra, es una vuelta olímpica.
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