Villa Gesell: la imponente travesía en el mar que un guardavidas busca repetir después de 20 años

A sus 55 años, Walter Figurski se sumerge todos los días en una exigente rutina de entrenamiento, con largas horas de nado en el mar, sesiones de trabajo físico intenso y una planificación meticulosa. Su objetivo es desafiante: completar los casi 30 kilómetros que separan el Faro Querandí del casco urbano de Villa Gesell. Es una travesía que ya realizó hace dos décadas y que ahora busca repetir, motivado por el recuerdo de su esposa fallecida y un referente entrañable.Oriundo de la zona oeste del Gran Buenos Aires, Figurski, a quien todos conocen como “Waly”, es guardavidas y lleva 33 años dedicados a esta profesión en Villa Gesell. Actualmente, se desempeña como jefe de zona. Durante el verano se traslada al municipio costero, mientras que fuera de temporada dirige una pileta de natación en Merlo. Allí también entrena a nadadores y trabaja en su propia preparación física, mezclando el entrenamiento en pileta con prácticas en aguas abiertas. Padre de cuatro hijos, mantiene un vínculo profundo con el agua desde los ocho años, cuando comenzó a nadar en su barrio natal.En el verano de 2005, “Waly” realizó por primera vez esta travesía entre el Faro Querandí y el muelle de Villa Gesell, uniendo dos emblemas de la región. Su motivación era puramente deportiva: “Quería ir un poco más allá de lo que otros habían hecho”, recuerda.En ese entonces, varios nadadores se habían animado a cubrir los 18 kilómetros entre los muelles de Pinamar y Gesell, pero él decidió elevar la vara. “Pensé en unir todo el casco de Gesell desde el Faro, hacerlo más largo y significativo”. No había precedentes para este recorrido, según afirma.Aquella experiencia no estuvo exenta de complicaciones. “Waly” comenzó la travesía sin traje de neopreno, confiando en las condiciones del agua. Sin embargo, una sudestada pocos días antes de su partida enfrió la temperatura del mar, que bajó más de tres grados. “No tomé las precauciones necesarias, y a mitad de camino sufrí hipotermia. Fue muy duro”, rememora.Entre una brazada y otra, la idea de abandonar se le cruzó varias veces. “La cabeza juega un papel clave en momentos así. En el peor momento, algo tiene que florecer para seguir adelante”. A pesar del dolor físico y el agotamiento mental, logró completar el trayecto en más de 10 horas, dos horas y media más de lo planeado. En el punto de llegada lo esperaron sus padres, su esposa y la mayor de sus hijas, que tenía dos años.Este verano, “Waly” decidió revivir aquella gesta, pero con una motivación diferente. Su esposa, también guardavidas, falleció hace siete años por problemas de salud, y otro colega cercano, Marcelo Ojeda, conocido como “Negro” y declarado ciudadano ilustre de Villa Gesell, murió en mayo pasado. Ambos marcaron su vida profesional y personal, y esta vez quiere honrarlos con cada brazada. “Es un homenaje, más allá de lo deportivo”, explica.La preparación comenzó hace un año, con entrenamientos que combinan pileta y mar. En Villa Gesell se instaló el 10 de noviembre último, y desde el 21 de diciembre se concentra exclusivamente en nadar en aguas abiertas. “Trabajo con ciclos de carga y descarga: aumento la intensidad durante varios días y luego bajo el volumen para que el cuerpo se recupere. Es fundamental llegar en el mejor estado posible”, detalla, luego de haber finalizado una práctica de 11 kilómetros de nado.Durante la travesía, será seguido por una moto de agua equipada con comida e hidratación. Comerá y beberá cada una hora y media aproximadamente, sin tocar la embarcación. Un equipo de apoyo compuesto por un médico y compañeros guardavidas estará a cargo del monitoreo. Como parte del protocolo de seguridad, además, un vehículo acompañará el recorrido por la arena con elementos de primeros auxilios. Se prevé que el trayecto dure entre siete y nueve horas. La acción comenzará al mediodía.El clima es un factor determinante para la realización de esta experiencia. “Necesito que haya corrientes favorables y viento sur. Por ahora estoy esperando que se den las condiciones ideales. Tengo una ventana entre el 26 de enero y el 4 de febrero, pero puede extenderse un poco más si es necesario”, explica “Waly”.Sus hijos, que ahora tienen entre 14 y 21 años, lo acompañan de cerca. “Ellos me piden que me cuide, sobre todo después de todo lo que vivimos como familia”, cuenta. La relación se fortaleció tras la muerte de su esposa, y el guardavidas asegura que encontrarán juntos el momento para celebrar en la meta, que será en el balneario Áfrika, donde trabajó por primera vez en la ciudad.“Waly” confía plenamente en que cumplirá su objetivo. Esta será la última vez que enfrente un desafío de esta magnitud. “Mis hijos ya me miran raro”, dice entre risas. Pero sabe que cerrar esta etapa con un homenaje cargado de significado será el mejor broche para una vida marcada por el agua y el esfuerzo.Fotos: Pablo Kauffer

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