Alimentación consciente: en qué consiste el método 80/20

>LA NACION>Salud>NutriciónElegir qué ingerimos y tener conciencia de cómo afecta al cuerpo, al alma y a la mente es clave; se trata de ser flexibles y encontrar un equilibrio entre cuidar la salud y darse esos “caprichos” que, compartidos con seres queridos, se vuelven más gratificantes26 de enero de 202508:3412 minutos de lectura’PARA LA NACIONAgustina LanusseEscuchar NotaHablar de alimentación consciente no implica solo prestar atención a lo que uno ingiere por la boca sino al conjunto de acciones vinculadas con lo que consumimos y realizamos cada día que, en definitiva, hablan de quienes somos. Lo que miramos, leemos, pensamos, sentimos, decimos o hacemos. Las personas con quienes nos vinculamos, los hobbies que encaramos, el deporte que practicamos. “Somos un todo. Nutrirnos implica alimentar bien nuestro organismo, pero también los distintos ámbitos que enriquecen nuestra vida”, sostiene la nutricionista Dolores Reynal con una mirada holística.Camila Bonasso, psicóloga y fundadora de la comunidad Real, Body & Food, coincide con este enfoque y plantea dos preguntas para hacer foco en la persona y su necesidad de construir un vínculo real (no perfecto) con el cuerpo y la comida.La primera es desde dónde me alimento. ¿Desde el control? (“Esto sí, esto no”, cayendo en rigideces, sospechando de nuestra capacidad de encontrar un balance); ¿o desde la confianza de que podré ir registrando a cada paso lo que mi cuerpo precisa y eligiendo lo que necesito para sentirme bien sin miedo al juicio ni a las consecuencias?Y la segunda pregunta es para qué lo hago. ¿Para tener una figura perfecta y un peso específico o para sentirme con energía para disfrutar y hacer lo que me hace feliz? “Si me obsesiono con la necesidad de alcanzar un número en la balanza o una figura ideal quedo atrapada en la exigencia. En cambio, si me escucho y me nutro para sentirme sano y vital amplio el espectro”, sintetiza.Y hace una distinción interesante entre lo que significa alimentación primaria y secundaria. La primaria abarca todo aquello que nos nutre en un sentido amplio: carrera profesional, relaciones, actividad física, espiritualidad.QUÉ TENER EN CUENTA PARA HACER STAND UP PADDLE SIN RIESGOSLa secundaria, los alimentos propiamente dichos. Cree que es clave regar todas esas áreas de nuestra vida que nos dan placer para que la alimentación se convierta en el combustible necesario para desarrollarnos en plenitud. “Una persona con una vida social activa y un proyecto laboral que le entusiasma tiende a sentirse satisfecha; reduce su tendencia a buscar consuelo en los alimentos”, afirma.“Una persona con una vida social activa y un proyecto laboral que le entusiasma reduce su tendencia a buscar consuelo en los alimentos”, afirma la expertaUwe Krejci – Digital VisionEscucha, registro y flexibilidad“Me costó salir de la obsesión de ‘esto sí, esto no’ que me esclavizó desde adolescente. Me ayuda ver la comida como la nafta imprescindible para cultivar mi cuerpo, mi alma y mi mente. Noto que, si algún aspecto de mi vida está en desequilibrio, me vuelvo ansiosa y tiendo a buscar consuelo en los azúcares (alfajores); es decir, pongo en esos productos la solución a mis necesidades no resueltas. Fui sanando este vínculo; hoy soy más flexible y me doy permisos que antes eran impensados. Trato de comer sano la mayor parte de la semana pero si una tarde me tiento con un café con medialunas mientras termino un trabajo en un bar, no me castigo. Lo disfruto y luego procuro retomar la ruta saludable”, cuenta Teresa una paciente de la comunidad Real, Body & Food.Este balance que intenta practicar Teresa es el que los entendidos denominan como regla 80/20 que aborda la alimentación desde la flexibilidad, el equilibrio y una mirada de largo plazo. Buscar que, el 80 por ciento de lo que ingerimos habitualmente por boca sea natural, fresco y lleno de nutrientes aportando bienestar físico y emocional y, un 20 por ciento, alimentos menos saludables que nos encantan y que elegimos sin culpa: una copa de vino, un pedazo de torta de chocolate o una hamburguesa con papas fritas.Bonasso incluso va más lejos y se pregunta si, disfrutar de estos antojos en familia, no entra dentro del universo de “conducta saludable”. “Salir a tomar un helado con tu pareja, ¿es sano o no lo es? Por supuesto que sí. ¿Una noche de pizza y cerveza con amigos? También”, responde. “Los alimentos tienen un significado social y cultural importante”, comenta Reynal.Para estas terapeutas, resulta crucial ser flexibles y encontrar ese equilibrio personal que nos permita cuidar nuestra salud y, al mismo tiempo, gratificarnos con esos “caprichos” que, compartidos con seres queridos, se vuelven aún más gratificantes.Integrar y no descartar: más “y” que “o”. “Con nuestros hijos no se trata de sacar o prohibir alimentos, sino de sumar y proponer”, agrega la nutricionista.El método 80/20La regla 80/20 es sin duda muy útil pero de todas maneras, los especialistas subrayan que, en pos de cuidar nuestra calidad de vida también es importante ejercitarnos en prestar atención a lo que comemos y elegir a conciencia.El médico especializado en naturismo y nutrición Roberto Vitale explica la diferencia entre los alimentos naturales y los ultraprocesados. “La calidad nutricional está vinculada con los procesos de transformación que han sufrido al momento de comerlos”, dice. Los primeros son aquellos que crecieron en contacto con la naturaleza y que, luego de ser obtenidos, van directo a la cocina (frutas y verduras, cereales, legumbres, frutos secos, animales de crianza). Estos aportan fibras y energía de calidad. O sea que esa energía de vida que poseen será luego liberada en nuestro organismo al digerirlos. Los ultraprocesados, en cambio, son aquellos elaborados por la industria a partir de materias primas modificadas genéticamente (trigo, maíz, soja) con el agregado de agroquímicos, que luego son sometidos a un proceso de refinamiento para maximizar el rendimiento. Y esa pasta o polvo obtenido ingresa finalmente a una fábrica o laboratorio donde se le agregan aditivos químicos artificiales (colorantes, saborizantes, conservantes, jarabes) para obtener un producto comestible de poco o nulo valor nutricional, cargado de calorías (grasas saturadas, azúcares), y carente de fibras (mermeladas, aceite común, mayonesa, alfajores, galletitas en paquete, snacks salados, jugos en polvo, gaseosas, cereales azucarados, embutidos, algunos lácteos). Básicamente, casi todo lo que vemos empaquetado en las góndolas de los supermercados.Los alimentos tienen un significado social y cultural importantekajakiki – E+Reynal repite una frase que para ella fue un despertar: la felicidad nace en el intestino. “Este órgano y el cerebro están conectados. Si tu intestino está sano, vas a generar hormonas del bienestar. Por eso, se lo llama el segundo cerebro”, insiste. Explica la importancia de mantener una microbiota balanceada y diversamente poblada (la encargada de degradar los alimentos), y de ocuparse de alimentar las bacterias ‘buenas’ en lugar de las ‘malas’ que producen inflamación y deterioro en el cuerpo. “Es como el cuento del lobo: gana quien más des de comer”, señala. El problema de la mala nutrición es que hace que el cuerpo genere bacterias malas, contra las cuales el organismo debe defenderse. “Y así el riñón, por ejemplo, se deteriora ya que no puede ocuparse de su función específica pues tiene que luchar contra esa inflamación del intestino”.Para esta entendida es clave estar bien informados, aprender a leer etiquetas para elegir bien y a la hora de comer hacerlo con atención plena. “Nada de la bandeja frente a la televisión”. Está convencida además, de que la información nos da poder. “El negocio de la industria es vender; alimentarte bien es nuestra responsabilidad. No se la entreguemos a las fábricas”, aconseja.El desafío en vacacionesClaro que, en verano para muchos el desafío de “elegir bien”, no desbandarse ni desordenarse es mayor. Las rutinas y horarios cambian, nos salteamos comidas, salimos a cenar más seguido a casa de amigos, nos juntamos a la tardecita alrededor de una picada, aparecen los churros o mates con galletitas en la playa.ESTOS SON LOS EFECTOS SECUNDARIOS QUE TIENE EL MAGNESIO EN EL CEREBRO Y EN EL ÁNIMOPara Vitale, quien ofreció recientemente una charla sobre estos temas en Casa Delta, un espacio de formación para profesionales de la salud, sin embargo, es un mito creer que es más complicado organizarse para comer sanamente en vacaciones. “No lleva más tiempo pero sí mayor ingenio armar una heladerita saludable”, dice. Llenarla de frutas frescas peladas y cortadas, bastoncitos de zanahorias y apio con mayonesa de remolacha; bolsitas con frutos secos o frutas deshidratadas, barritas de cereal, tartas o empanadas compradas en rotisería. “Creo que el receso es el momento ideal para detenernos, pensar, registrar, seguir la intuición y dedicarle tiempo a elegir qué cocinar y cómo”, agrega Reynal.Hace mucho ya que en la casa de Roberto reemplazaron los sándwiches de jamón y queso por tuppers de arroz yamaní, aceite de oliva y verduras picadas para llevar al lago. “Es cuestión de hábito y costumbre”, insiste. Y de agudizar la conciencia sabiendo que, al cocinar de manera saludable, uno está invirtiendo en su propia salud y la de sus hijos.Más cáscaras y menos plásticosÉl es ejemplo de lo que predica. Hace más de 20 años, Roberto curó una severa artritis reumatoidea a través de la alimentación y el ejercicio. “Cuando uno logra vincular su mala ingesta con su enfermedad (jaquecas, autoinmunes, gastritis, depresión) y nota que al comer mejor se va curando, la fuerza de voluntad aparece”, explica este médico para quien su sanación física fue un antes y después en su vida y profesión. “Estos temas no se hablaban cuando yo estudiaba nutrición. No nos educan para aprender a alimentarnos”, afirma.Luego de tres décadas de práctica profesional, Roberto es testigo del cambio positivo en la salud de muchísimas personas. “Al incorporar alimentos con energía vital (proveniente del sol) y no solo calorías de azúcares y grasas nos sentimos más lúcidos; rendimos mejor intelectualmente, estamos más alegres, animados y tranquilos. Las personas se enferman menos en invierno, mejoran los problemas digestivos y no necesitan pastillas para paliar enfermedades producidas por una mala alimentación. Por ende, visitan menos al médico. Ahorran dinero, tiempo y ganan en salud”, remata.Hoy siente una enorme satisfacción cuando sus pacientes, que llegan luego de haber recorrido miles de consultorios e ingerido infinidad de pastillas, le agradecen haberse recuperado y mejorado su estado anímico a través de una saludable nutrición. “Mi lema es simple: más cáscaras y menos plásticos”, señala.María Ayerza, (58) por años padeció un cansancio crónico y un insomnio insoportable. Con una enfermedad autoinmune de tiroides (Hashimoto) harta de sentirse mal decidió conocer a un médico integral que vinculó inmediatamente su enfermedad autoinmune con su alimentación. “Tu cuerpo está en guerra. Tenés que dejar los lácteos, azúcares y el gluten y realizar ejercicio de fuerza”, le explicó. Para María, adicta al café con leche y los sándwiches, el consejo le pareció imposible. Pero probó una semana y mágicamente su sueño mejoró.Es un mito creer que es más complicado organizarse para comer sanamente en vacacionesChee Hian Pua – E+“Ese pequeño cambio me motivó para empezar un camino nuevo”, cuenta. Hoy, cocina de forma natural y va al gimnasio varias veces por semana, y se alegra de sentirse con energía, alegre, activa, liviana, y, lo mejor: puede dormir toda la noche.Saborear de otra maneraCuando se le pregunta cómo maneja esos repentinos deseos de dulce o lácteos dice que el hábito de comer saludablemente hizo que estos se aplacaran. De vez en cuando se toma un buen café con leche y un dulce. Pero es consciente de que el placer en la boca dura dos minutos. Y prefiere saltearse esos segundos de deleite porque también le da alegría haber cambiado su calidad de vida. “Quiero cuidarme y disfrutar hasta el último día de mi vejez. Somos lo que comemos: cuanto mejor te nutrís, mejor funcionás”, afirma.Eugenia Alvarez, (52) también logró cambiar sus hábitos alimenticios lentamente al animarse a escuchar su cuerpo. Empezó hace casi 20 años cuando decidió dejar de comer carne que le caía mal.Luego conoció a Reynal, con su propuesta de la dieta del metabolismo acelerado (DMA) y lo vivió como un despertar. Tomó conciencia de que los alimentos ricos en grasas y azúcares la hinchaban. Estaba con hipotiroidismo y no quiso medicarse. Optó por la nutrición consciente y el ejercicio. Se curó y este fue el incentivo para seguir.Fue introduciendo cambios de a poco en el menú de la semana y el sentirse capaz de registrarse y elegir bien la empoderó. Se alegra de los hábitos nuevos que su marido e hijos fueron incorporando: verduras en lugar de papa y arroz como acompañamiento, proteínas vegetales como quínoa y lentejas en las ensaladas; aceite de coco para cocinar en lugar de girasol; chocolates al 80 por ciento; pan de centeno casero en lugar del lactal; arroz integral.Lejos de sentirse presionada en vacaciones, Eugenia asegura que al tener más tiempo disfruta de elegir qué ensalada sabrosa preparar para llevar a un asado. “Además, a donde vayas a descansar de la Argentina, seguramente encuentres una dietética. Eso ayuda”, sostiene.Algo nuevo floreceEsta creatividad que utiliza Eugenia es similar a la que propone Bonasso para encarar el nuevo año y plantearnos qué queremos crear para el 2025: qué hábitos nuevos regar; que hobbies, qué deportes deseamos aprender o mejorar, que relaciones cultivar que nos permitan alimentarnos por entero. Y sentirnos íntegros. Propone tomar este tiempo no como un punto de llegada (para pesar tantos kilos) si no como uno de partida para abrirnos a nuevas experiencias.“¿Qué me quiero llevar? ¿Charlas, mates, cenas y largas sobremesas en familia donde la comida es una excusa para encontrarnos y conectar?”, se pregunta.Cuando de ejercicio se trata propone hacerlo de manera compartida: una caminata con amigas, un paddle donde además de movernos, nos divertimos mientras competimos.La clave para estos especialistas, es construir un estilo de vida saludable, escuchando y honrando la sabiduría de nuestro organismo, para poder sostener hábitos en el tiempo. El receso puede ser un desafío (el cuerpo queda más expuesto con la pileta), pero la propuesta viene de la mano de aceptar y validar este reto. Y no pedirle tanto a este tiempo en particular. De nuevo, mirar la película entera. No la foto aislada.Ojalá entonces estos meses nos encuentren relajados, con ganas de cuidarnos y movernos, eligiendo cada día lo que nos hace bien, los nutrientes que nuestro cuerpo y alma precisan para vibrar en un estado de abundancia, alegría y paz. Y que disfrutemos entonces de unas excelentes vacaciones.Rutina de saludIncorporar proteínas en las 4 comidas produce saciedad y es necesaria para regenerar los tejidos y formar músculo.Llevar a todas partes una botellita con agua.Tomar 10 minutos de sol por día.Caminar descalzo en el pasto reduce el estrés.Dormir cuando es de noche: el hígado se desintoxica de 11 a 3 am.Hacer ejercicio de fuerza para formar músculo; este es el sostén de nuestro cuerpo.Priorizar lo que venga de la tierra y evitar los empaquetados.Leer las etiquetas de los productos para agudizar el juicio.Pautar 4 comidas al día para evitar la ansiedad y el picoteo.Perdonarse cuando uno se desbanda.Por Agustina LanusseTemasAlimentación saludableNutriciónVida sanaConforme a los criterios deConocé másMás notas de Alimentación saludableSuperalimento. La fruta que depura el organismo, mejora el tránsito intestinal y controla el colesterolAromática. 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