Púberes, adolescentes y programas: cómo invitarlos a descubrir otras formas de pasarla bien

Más allá de conversar con nuestros hijos de la infinidad de temas de los que nos ocupamos en la columna anterior, hagamos otras propuestas, nuevas para ellos, aunque quizás sean viejas para nosotros ya que son las que recordamos de nuestra adolescencia. No podemos ni debemos entregarnos con nuestros adolescentes a que las cosas ahora “son” como ellos dicen (por ejemplo, “no se puede hacer nada sin alcohol, los amigos no vienen”).Abramos nuestras casas para sus amigos, llevemos, traigamos, que nuestra vigilia atenta los acompañe mientras les damos oportunidades de pasar tiempo entre ellos, de conocerse y divertirse.No necesitan ser grandes encuentros organizados y costosos, pueden ser como los “asaltos” que recuerdo de mi adolescencia en los que los varones llevaban bebidas y las chicas algo para comer y pasábamos las tardes en distintas casas. La cuestión era estar juntos y conocernos.UN NEURÓLOGO EXPLICA LOS EFECTOS SECUNDARIOS QUE TIENE EL MAGNESIO EN EL CEREBRO Y EN EL ÁNIMOLos chicos se resisten a hacerlo porque nadie lo hace, por miedo a que los demás no vengan, especialmente si es sin alcohol, o a que se aburran en casa, a que sea un fracaso ese encuentro, a ser los primeros. O sea por MIEDO… y también influye para que no insistamos, nuestro miedo a que se desbande la situación, a que traigan alcohol, a que rompan algo. Por otro lado nos da fiaca, aprovechamos que ellos no quieren hacer nada y tampoco insistimos. O nuestra propia inseguridad nos lleva a creer a nosotros también que puede salir mal y que no se divertirán. O tememos que los vecinos se quejen, o que algún padre venga con algún reclamo.Así se arma un círculo vicioso que lleva a que no aprendan a comportarse en las casas de amigos ni descubran lo divertidos que pueden ser esos encuentros, y todos salen perdiendo.Hoy se sienten seguros yendo a lugares repletos de gente, recitales, fiestas enormes e incontrolables, con la música a todo volumen, donde es muy difícil que haya encuentros de intimidad, conversaciones, es decir oportunidad de conocerse.Y van con el celular en la mano, que les da seguridad y les calma el miedo de sentirse solos, o que los vean solos, y alivia el dolor de no conectar con otros presencialmente.El celular en la mano les da seguridad y les calma el miedo de sentirse solos, o que los vean solosShutterstockReconozco que era incómodo el momento de entrar a un lugar y tener que acercarnos a alguien o a un grupo para no quedar solos, pero al no tener celular no quedaba otro remedio que hacerlo y descubríamos el enorme beneficio de habernos animado, de conversar, de pasarla bien con otros… ¡Cuánto colabora para que practiquen el acercamiento entre ellos el hecho de que en muchos colegios secundarios no estén usando el celular en los recreos!El ideal es empezar antes de la adolescencia. Los primeros años con encuentros de tres o cuatro chicas o varones solos, incluyendo las famosas pijamadas que tanto nos cuestan a los adultos, y que tan importante es guiar un poco: para que duerman algunas horas, para que no se desbanden, para que no se la pase cada uno/a metido en su pantalla/celular.Organicemos torneos de cartas (truco, podrida, Uno) o de juegos de mesa (Pictionary, Monopoly, Jenga, Teg, generala, etc.), Bingos, búsquedas de tesoro, partidos de fútbol con tercer tiempo, vóley o tejo en la playa, actividades que les permiten pasarla bien sin miedo de aburrirse o sin la responsabilidad de entretener a otros o de no saber qué hacer. ¿Y por qué no fiestas en la adolescencia? No tan grandes ni tan costosas, controlables. Para que la experiencia resulte agradable y den ganas de repetirla y otros padres pierdan el miedo de abrir sus casas también.DESPUÉS DE LOS 50: CUATRO CONSEJOS CLAVES PARA NADAR MEJOR Y DISFRUTARLOSabemos que la conciencia moral se diluye en el grupo: uno lanza una idea y los demás se suman para que no los dejen afuera o para no pasar por cobardes o buchones, por lo que los encuentros tienen que ser supervisados a la distancia y en vigilia por parte de adultos.Por eso promuevo los encuentros no tan grandes y en casa de familia. En lugares públicos no hay referentes adultos, significativos para ellos, y es más difícil controlar los desbandes.No es lo mismo pasar la velada en una casa, conversando, escuchando música, jugando, e ir a la playa para ver el amanecer, que pasar toda la noche en la plaza o en la playa solos, cebándose unos a otros para hacer salvajadas. Y el esfuerzo no es tan grande si todas las familias abren sus casas para que esto sea posible.Sé que es difícil mi propuesta, pero me resisto a rendirme, porque veo a los adolescentes muy solos, encerrados en sus burbujas digitales, y me preocupa. Y sé que los adultos, atentos a la importancia del tema, armando equipo, empezando con sus hijos a los 11 o 12 años, pueden lograr un cambio en la forma de entretenerse de esta generación de adolescentes, o por lo menos invitarlos a descubrir otras formas de pasarla bien, afuera de su cuarto, todos los fines de semana y no solo en mega fiestas o recitales.El miedo, tanto de los adolescentes como de los padres, limita los encuentros presencialesShutterstockPor Maritchu SeitúnTemasBienestarJóvenesAdolescentesConforme a los criterios deConocé másOtras noticias de Bienestar”Tu mente es donde pasarás el resto de tu vida”. Las cinco preguntas que hay que hacerse para descartar vínculos personalesDesde motivación hasta constancia. 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