TEL AVIV.- Durante la masacre del 7 de octubre del 2023, el grupo terrorista Hamas asesinó a 1139 personas en Israel, la mayoría de los kibutz cercanos a la Franja de Gaza. También secuestraron a 250 personas, de las cuales unas 90 siguen en manos del grupo extremista palestino -entre los que hay argentinos- y están saliendo a cuentagotas en el marco de una tregua alcanzada con la participación de otros países.Aviva Siegel, de 62 años, fue una de las 19 personas secuestrados en su comunidad, el kibutz Kfar Aza, donde 64 residentes fueron también asesinados esa mañana del horror. Siegel pasó 51 días cautiva en la Franja de Gaza junto a su marido, Keith, en los que vivieron un auténtico calvario. Estuvieron retenidos en túneles, a 40 metros bajo tierra, donde prácticamente no podían respirar, y luego los trasladaron de casa en casa, donde pasaron hambre y fueron testigos de abusos a mujeres israelíes con la impotencia de no poder siquiera contenerlas. Siegel salió en una primera tregua, en noviembre de 2023, cuando liberaron a 105 rehenes a cambio de 240 presos palestinos, pero su marido sigue en manos de los terroristas.“Muchas veces quise que los terroristas me mataran porque ya era muy difícil para mí todo. Yo solamente espero que Keith, mi esposo, se la aguante”, dijo la mujer en una entrevista con LA NACION, en la que expuso detalles de la pesadilla en la que todavía vive.Aviva Siegel muestra una foto de su marido, Keith, todavía secuestradoMaya Alleruzzo / AP-¿Cómo fue el ataque y secuestro del 7 de octubre?-A nosotros nos sacaron en pijama del cuarto de seguridad de nuestra casa. En ese momento, veíamos por televisión lo que estaba pasando. Escuchamos que había tiroteos en nuestro kibutz y que había gente asesinada, pero no sabíamos más nada porque no teníamos conexión a Internet. Yo pregunté en el grupo de WhatsApp de la familia y nadie me contestó. Mi hija me dijo que nosotros somos muy fuertes, los más fuertes en el mundo. Y a partir de eso supe que algo malo estaba pasando. Veíamos todos las balas y proyectiles que caían en todos lados. Los terroristas entraron muy fácil a mi casa, a los gritos. Eran quince. Creo que a nosotros nos salvó que mi esposo sí puso su cabeza en sus rodillas, mientras yo estaba parada a los gritos. Nos llevaron mientras nos disparaban; a mi esposo lo hirieron en el brazo, lo tiraron al suelo y le rompieron las costillas.-¿Qué pasó después?-Nos llevaron secuestrados en nuestro propio auto a la Franja de Gaza y nos metieron en una casa diminuta. A cuatro pasos de la entrada, estaba el túnel. Yo no olvidaré la cara del terrorista que disfrutaba del momento como si fuera su fiesta mientras nosotros estábamos temblando y teníamos que bajar por ese sótano: no voy a olvidar su sonrisa mientras nos metían ahí. Bajamos y luego llegó otra persona del kibutz de donde nos secuestraron. Y vi que tenía las piernas repletas de vidrios. Le pegaron y sangraba. Todos sus pantalones estaban repletos de sangre (porque habían matado a su perra). Y después llegó una mamá con sus tres hijos de 9, 11 y 17 años secuestrados. La madre no se podía sentar. Estábamos en un lugar muy pequeño, con una almohada y algunas lonas. La mamá lloraba porque le habían disparado a otra hija. Yo le dije: “tal vez tu hija va a estar bien, tal vez llegue una ambulancia”. Y ella me respondió “No, le dispararon en la cara”.-¿Le mataron a una hija y a su esposo?-Sí porque intentó protegerlas. La mamá me decía que una hija vio todo. Me uní a ellos y estuvimos juntos hasta que nos separaron en grupos. Desde ese momento nos trasladaron 13 veces de un lugar a otro. Uno de los terroristas sonreía como si nuestro sufrimiento fuera su fiesta. Y nosotros estábamos temblando. Nos hicieron bajar una y otra vez a los túneles y en cada uno vimos otra gente de los kibutz que estaba lastimada, llena de sangre. Estábamos a 40 metros bajo tierra. Mientras bajábamos, no veíamos el camino y sentíamos que no había aire. Dos terroristas se quedaron con nosotros por lo menos dos horas y después se fueron y nos dejaron solos. Ahí, en el medio de la nada, en un infierno bajo tierra.A Aviva Siegel la secuestraron junto a su esposo.-¿A qué se aferraban para sobrevivir?-Nuestro objetivo era respirar. Porque no podíamos respirar. Ahí no había aire. Estábamos sin comida, sin agua, sin nada. No sabíamos si íbamos a poder vivir. Entonces, después de unos días, toqué el piso y vi que había un saco. Y dije “Yo voy a hacer mis necesidades en esa bolsa”. Y mi marido Keith me dijo “¿Te volviste loca? Yo no voy a hacer mis necesidades en esa bolsa”. Lo miré y le dije “Yo quiero vivir”. Pero no usé la bolsa porque no tenía pis. No tenía porque no había tomado agua, estaba vacía. Llegamos a una situación en la cual nos acostamos y no nos podíamos mover. Mi esposo me dijo “Siento que no tengo aire, que no puedo respirar”. Se estaba ahogando. Y yo le dije que se acueste, que se concentre solamente en respirar. Lo único que pudimos hacer es estar tirados tratando de aquietar la mente. En ese punto, yo estaba convencida de que me iba a morir. Pensé ‘ojalá yo me muera y mi esposo sobreviva’. Después de unos días bajó un terrorista y nos dijo que íbamos a morir. Entonces pidió disculpas y se fue. Después del mediodía, volvió y nos dijo “Vístanse”. Y nos dieron ropa típica árabe y nos separaron en grupos. Subimos 40 metros con mucho esfuerzo y fortuna. Nos miramos con mi esposo y nos dijimos: “aire, tenemos aire”. Pensamos que estamos teniendo mucha suerte, pero eso pasó rápido. Luego nos llevaron a la casa de otros terroristas, los más crueles qué hay.-¿Comían?-No nos daban de comer y ellos nos mostraban alimentos y comían frente a nosotros. Estábamos sin energía. De las 5 a las 10 de la mañana, teníamos que estar acostados, sin movernos. Y un día, después de 20 horas, una chica que estaba con nosotros suplicó por alimento. Y nos dijeron que iba a pasar mucho tiempo hasta que nosotros pudiéramos comer. Después de 24 horas, recibimos una mitad de pan redondo seco. Fue lo único que nos dieron por varios días. Entonces empecé a esconder partes de la media rodaja que yo recibía. La escondía para mi esposo, para que mi esposo pueda comer. Y mi esposo Keith me dijo “no, vos lleváte la comida que estás guardando, porque estás adelgazando demasiado”. Estaba prohibido hablar, pararse. A veces nos ataban, y entonces nos daban la posibilidad de hablar un poquito. Estaba prohibido sentir. Yo, cuando lloraba, ponía el brazo sobre mi cara para que no vean mi llanto.Entrevista a Aviva Siegel, exrehén de Hamas-¿Podían higienizarse?-Un día, una de las niñas fue al baño. Y cuando volvió noté que algo le había pasado. Y entonces me levanté a abrazarla. Y eso estaba prohibido. No se podía hacer. Y el terrorista se enojó. Se puso muy nervioso contra mí. Luego la niña nos contó que el terrorista la había tocado. Todos estábamos llorando. En 51 días nos bañamos cuatro veces. Y cuando las chicas se bañaban, les dejaban la puerta abierta y las veían bañándose. Entonces les ponían ropas muy muy ajustadas y solamente concentraban la vista en ver a las chicas. Una de ellas quería esconderse, pero no pudo. Y estaba con mucho, mucho miedo. A mi esposo se lo llevaron a bañar y lo afeitaron de tal manera que parezca árabe, también le afeitaron las axilas y abajo. Cuando salió quería llorar. Estaba avergonzado. Se le reían en la cara. Y le pidieron que estuviera totalmente callado, lo amenazaron con matarlo.-¿Los torturaron?-Todo el tiempo nos provocaban. Nosotros no sentíamos nada porque no podíamos hacer nada. Nos convirtieron en nadas. Un día una de las mujeres salió del pozo porque un terrorista la llamó. Y el terrorista la obligó a ponerse ropa para que aparente ser árabe. Ella dijo que tenía miedo que él se la lleve. Entonces él la agarró de los pelos, la tiró al piso y la apuntó con el arma y dijo que la iba a matar. Yo lo vi y quería gritar. Y no pude. Tenía que anularme. Y para mí esto era lo más difícil. Estábamos en una situación en la que lo único que podíamos hacer era intercambiar miradas. Después de que esta chica se vistió, la llevaron a una habitación al lado, le pusieron esposas y la taparon con una frazada, con una manta. Y cuatro terroristas le pegaron. Uno de ellos entró con un palo. Y empezaron a mostrarnos a nosotros diciendo “Yo soy el que decide, acá tengo la fuerza”. Y nosotros temblando por lo que le hacían a esa chica. Y todo esto porque pensaron que ella mentía. Ellos decían que estuvo en el ejército. Y ella nunca había estado en el ejército de Israel porque era una chica enferma. Entonces la trataban como una esclava. Como una sirvienta. La convirtieron en eso. La maltrataban. Le decían que limpie lo sucio. La volvieron loca.-¿Estuviste al borde de la muerte?-Yo bajé diez kilos. Cuando volví al país no tenía fuerza para caminar, tenía que apoyarme en alguien. Tenía inflamado el estómago. Me tomó 5 meses poder estabilizar mi situación sanguínea. Y un mes y medio tardé en volver a comer como cualquier ser humano. Los terroristas nos quitaron cualquier derecho básico como seres humanos. Muchas veces quise que los terroristas me mataran porque ya era muy difícil para mí todo. Yo solamente espero que Keith, mi esposo, se la aguante.-¿Cómo fue cuando le avisaron que la iban a liberar?-Ese día vino alguien a decirme que yo volvería a Israel. Keith estaba en otra habitación. No nos dieron la posibilidad de estar en el mismo cuarto. Y nosotros habíamos llegado a esa casa cinco minutos antes. Yo quería que Keith estuviera conmigo. Pedí por favor y ellos me dijeron que no. Nos habían trasladado de una casa a otra poniéndonos un pañuelo negro para que no viéramos y llevaron a Keith de forma brutal. No le dijeron nada de que yo no iba a ir con él. Yo quería abrazarlo, pero no me dejaron. Entonces vino un terrorista y me dijo: “Mañana vas a Israel”. Y yo dije “No, yo no me voy. Voy solamente con mi esposo”. Y no me dejó. Yo quería despedirme de mi esposo, y el terrorista no lo aceptó. Pero lo vi. Lo vi tirado en un lugar que estaba totalmente sucio, en una colchoneta muy finita y sucia mirando al techo. Que es lo que hicimos la mayoría del tiempo. El terrorista no me dejaba ir a ver a Keith, y yo lo corrí con la mano. Me agaché hacia él y le dije “Sé fuerte por mí”. Yo no sabía si iba a seguir con vida. Si iba a volver a ver a Keith. Yo estaba totalmente paralizada. Él estaba totalmente paralizado. Fueron 51 días de secuestro. Cuando volví a Israel y vi la luna me emocioné como si fuera una niña pequeña.Omer, de 23 años, es el hijo de una amiga de Siegel que sigue secuestrado-¿Es cierto que había símbolos nazis en los túneles?-Sí. El ejército de Israel encontró el libro Mi lucha de Hitler, entre otros elementos nazis, en los túneles. Fueron muy inhumanos. Si tenían un segundo de piedad, después de cinco minutos, nos querían matar. Yo estoy todo el tiempo en la Franja de Gaza mentalmente. Hace unos días dormí hasta tarde y vino mi hija a despertarme. Justo estaba soñando que yo me escapaba de los terroristas. Tengo pesadillas. No puedo dejar de pensar en mi estadía en Gaza. Pienso todo el tiempo en Keith, mi esposo. Yo soy como una persona muerta, triste, pero tengo hijos y tengo nietos y voy a ser lo más fuerte posible, voy a hacer todo lo posible para estar mejor posible para mi gente, para los que están acá. No voy a dar el brazo a torcer.-¿Qué le dijo su marido antes de despedirse?-Que sea fuerte y no baje los brazos. Eso a mí me da mucha fuerza. Porque yo dije que también voy a ser fuerte para él. Yo el día 50 me veía como una persona muerta. Parecía que tenía rastas en la cabeza. No había podido lavarme la cabeza por 50 días. Y entonces ese día vino un terrorista de Hamas, me trajo un cepillo y me dijo que lo use. Yo lo miré y le dije “No, no. A mí me encanta estar así”. Y después vino una persona a fotografiarme y media hora después a decirme: “Esto es lo que tenés que decir. Que te dimos comer, que están bien. Ellos me dijeron qué decir. Fue antes del momento de salir con la Cruz Roja. Cuando nos liberaron nos dijeron ‘Sabemos dónde viven. Sabemos dónde están. Sabemos dónde está su familia’”. Hoy seguimos teniendo miedo. Yo quiero que les vaya bien a todos los seres humanos en el mundo. Y no me importa en qué cree cada persona. Más allá de lo que yo viví, quiero que todos los buenos palestinos que están en la Franja de Gaza también estén muy bien. Y cuando pienso en mujeres parturientas, en las carpas en la Franja de Gaza, a mí se me rompe el corazón. El ejército israelí encontró en los túneles de la Franja de Gaza 20 millones de dólares en efectivo mientras sus habitantes y los niños están en carpas. Yo le pido a todo el mundo: por favor ayúdenos a liberar a los secuestrados.Por Hugo MacchiavelliSeguí leyendoFrágil tregua. Hamas le informó a Israel que ocho de los rehenes que podrían ser liberados están muertosRehenes en Medio Oriente. La liberación pendiente: un grupo terrorista adelanta la liberación de la rehén Arbel Yehud”Depósito de chatarra”. Donald Trump analiza un plan para “limpiar Gaza” y pide a Egipto y Jordania que reciban a los palestinosTemasHamasGuerra en Medio OrienteConforme a los criterios deConocé másOtras noticias de HamasFrágil tregua. Hamas le informó a Israel que ocho de los rehenes que podrían ser liberados están muertos”No entendía nada”. Cómo es vivir, trabajar y emprender en IsraelRehenes en Medio Oriente. La liberación pendiente: un grupo terrorista adelanta la liberación de la rehén Arbel Yehud
El legendario Rod Stewart anunció que la Argentina forma de su gira de despedida, el…
La conexión entre los humanos y sus mascotas es un vínculo especial que trasciende el…
Desde la asunción de Donald Trump, su administración ha puesto en marcha una serie de…
Un nuevo análisis realizado con inteligencia artificial generó controversia al afirmar qué tipo de películas…
Conocé los números ganadores, cuáles salieron hoy a la cabeza y todo lo que necesitás…
El Año Nuevo Chino, también conocido como el Festival de Primavera, es la celebración más…