El lunes 18 de agosto, Andry Hernández Romero (Capacho, Venezuela, 32 años) cumplió un mes en libertad tras haber sido detenido durante cuatro meses en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) de El Salvador. Las autoridades migratorias estadounidenses lo esposaron de manos y pies y lo deportaron a mediados de marzo bajo la ley de Enemigos Extranjeros, acusándolo de ser miembro de la banda criminal Tren de Aragua. Su caso ganó visibilidad de forma inmediata gracias al esfuerzo de sus familiares y amigos que no pararon de difundir pruebas (como sus 12 años dedicados al maquillaje profesional y sus actividades artísticas) que lo alejaban de cualquier actividad ilícita. También su deportación —y la de más de 200 de sus compatriotas sin antecedentes penales— puso en evidencia cómo la Administración Trump fue capaz de despojar a cientos de extranjeros de sus derechos con tal de impulsar su cruzada antiinmigrante.Seguir leyendo
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