En Argentina halló la tierra prometida, y hoy considera clave fomentar las tradiciones: “Que los abuelos cuenten sus historias”

>LA NACION>LifestyleDurante 81 años de vida, María Izaskun Ordoqui Urcelay aprendió a abrazar sus dos identidades y fomentarlas a través de un espacio que se transformó en un refugio para el alma 14 de octubre de 202401:515 minutos de lectura’Carina DurnPARA LA NACIONEscucharLa llegada a la Argentina tuvo un sabor dulce. Con ocho años y una gran dosis de curiosidad, la imaginación de María Izaskun Ordoqui Urcelay coqueteó con la exquisita adrenalina que le provocaba la incertidumbre de un nuevo comienzo en una tierra tan alejada a la que había dejado atrás.Corría el año 1951, cuando junto a su madre, su abuela, dos hermanos, una tía y sus tres primas, sobrevolaron el Atlántico para aterrizar en el suelo prometido con el que tanto había soñado.La inmensa Buenos Aires parecía infinita, hasta que arribaron a un paraje en una zona más abierta, aunque muy edificada, que le dijeron que se llamaba Lomas de Zamora, donde esperaban su padre y su tío, quienes habían elegido el suelo argentino en busca de un futuro mejor.“Ellos se ocuparon de que nuestra llegada fuera lo más placentera posible. Nos esperaron con vivienda y con colegio ya elegido, nada más ni nada menos que Euskal Echea, `La casa vasca´. Me llamó mucho la atención vivir en zona urbana ya que proveníamos de un modo de vida rural, entre huertas, animales y parcelas pequeñas de campo”, cuenta María Izaskun.La calle donde vivía María en el País Vasco.Vivir en Euskal Herría y la partida hacia la tierra prometidaMaría Izaskun nació en Tolosa, Gipuzkoa, Euskal Herría (País Vasco). Vivía en un caserío, en lengua euskera, llamado baserri, el tipo de vivienda tradicional de la zona especialmente diseñada para realizar actividades agrícolas, ganaderas y forestales.El caserío en el País Vasco, donde vivía María.Junto a sus padres, abuela, hermanos, tías y primos, María Izaskun recuerda su infancia con mucha felicidad. En sus primeros años de vida, antes de ingresar a la escuela, hablaba su lengua madre, el euskera, y jugaba a los juegos propios del lugar. El castellano llegó a su vida a los cuatro años, cuando ingresó al colegio Hijas de Jesús de Tolosa, y a los seis tomó la Primera Comunión, otro recuerdo que atesora en la memoria de aquellos días en el País Vasco.“En el año 1948 mi padre y mi tío viajaron a la Argentina a probar suerte. Regresaron en 1950 a esta tierra próspera y el mismo año se instalaron aquí decididos a traer a la familia completa”, rememora María Izaskun.Izaskun en el jardín de infantes en el País Vasco.Un nuevo hogar dentro de una nueva naciónFrente a todo lo extraño que le presentaba la nueva tierra, para María Izaskun, la institución educativa `Euskal Echea´ pronto se transformó en un hogar. `La Casa Vasca´ a la que ingresó en 1952, significó un refugio y una caricia diaria para su corazón. Gracias a la escuela, la adaptación al nuevo país fluyó con facilidad; aparte, ella no estaba sola, la acompañaban sus hermanos y primos, seis en total.Jamás olvidará el recibimiento tan inusitado por su origen, donde tuvieron un trato especial: “Veníamos de `Euskal Herria´ y esto para la institución, por no ser habitual, fue sorprendente, nos hicieron sentirnos muy importantes”, revela.Con sus raíces siempre honradas, María Izaskun supo, poco a poco, incorporar la cultura argentina sin rencores: nada se había perdido realmente, todo lo contrario, sentía que estaba ganando en riquezas. Y así, en su `Casa Vasca´ en Argentina cursó parte de la primaria, la secundaria y egresó como maestra normal nacional, dándole comienzo a su vida como docente en 1961 hasta 1992, cuando la nombraron como directora, más tarde coordinadora institucional y hoy referente ad honorem.Izaskun, haciendo labores en el patio del colegio.La unión de la cultura vasca y la argentina y través de todas las generacionesAllá a lo lejos quedó la niña que vivía entre huertas y animales. María Izaskun la recuerda con la alegría propia de quien supo darle la bienvenida a los nuevos presentes con una sonrisa. Hoy, a sus 81 años, abraza a la Argentina con fuerza y honra su cultura vasca con orgullo.En su travesía de vida, la Institución Euskal Echea, que fue fundada en el año 1904 por integrantes de la comunidad vasca, es parte esencial de su historia: “Desde sus inicios, se propuso fomentar y estrechar entre argentinos y vascos vínculos de unión y amistad y sostener la enseñanza en todos los niveles e infundir en las aulas los valores culturales del pueblo vasco en todas sus tradiciones”, dice en relación a la organización sin fines de lucro, que comprende dos colegios y un hogar de ancianos, y que este mes de octubre festeja 120 años.“Consideramos que el contacto entre los jóvenes con los ancianos es fundamental para la transmisión de conocimientos y mantener vivas las tradiciones. Buscamos, a través de actividades que desarrollan juntos, que los abuelos les cuenten sus historias, y que los chicos aprendan desde un lado más humano”.Luego de 120 años de historia, esta comunidad, celebrará su nuevo aniversario con un gran homenaje a la cultura y las tradiciones de origen en su Fiesta Vasca. Esta realiza todos los años en octubre que congrega más de 5000 personas donde se festeja la cultura vasca con bailes y comidas tradicionales y deportes. (En la Foto, María Izaskun de saco gris claro)STILLING“Hace años venimos trabajando en concordancia con el gobierno vasco y acabamos de firmar un acuerdo con la Universidad del País Vasco para intercambio de alumnos y desarrollar una comunicación fluida con foco en la educación”, continúa.“La fundación de Euskal Echea materializó el sueño de unión y prosperidad de los inmigrantes vascos que eligieron la Argentina como patria de adopción. Hoy seguimos con el mismo espíritu que animó a nuestros fundadores. Atravesamos 120 años de historia argentina, y nos mantuvimos siendo los mismos, fieles a nuestros principios. Para nosotros, el sentido de pertenencia es un gran valor”, celebra María Izaskun.María Izaskun en la actualidad.“La vida todos los días es un aprendizaje y lo que me ha quedado en estos 81 años de vida es haber podido transitarla inmersa en dos culturas que marcaron mi identidad, tanto vasca como argentina”, concluye.*Argentina Inesperada es una sección que propone ahondar en los motivos y sentimientos de aquellos extranjeros que eligieron suelo argentino para vivir. Si querés compartir tu experiencia podés escribir a [email protected] . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.Carina DurnTemasArgentina inesperadaHistorias LNConforme a los criterios deConocé másMás notas de Argentina inesperadaCon solo 11 años. Desde un rincón remoto argentino revolucionó el negocio familiar y traspasó fronteras: “Boquiabiertos”“La Argentina sabe premiar los sacrificios”. Llegó al país como turista y decidió quedarse como emprendedorSus hijos quisieron probar suerte en España. Vivieron un cuento de hadas, hasta que cayeron los velos: ¿Y si tengo que hacerme un arreglo dental?

Fuente