Sergio González, restaurador del Museo de Antropología: “Cuando era niño restauré un hueso de mamut con resistol… Fue mi primera experiencia”

Los días entre semana, el Museo Nacional de Antropología, en Ciudad de México, parece el despacho de un gigante ausente, todo tan grande, tan vacío y solemne. Haces de luz naranja caen del techo, para gusto de curadores, restauradores y antropólogos. Los turistas sienten la gravedad y transitan medio asustados, confundidos, como si los viejos dioses que ven representados en piedras antiquísimas, en las vitrinas, pudieran llamarles a cabildo en cualquier momento, con sus pantalones cortos y sus gorras y sus frentes quemadas por el sol, de la visita de días previos a las pirámides de Teotihuacán.Seguir leyendo

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