Mayra Arena: “Como no hay trabajo y van poco a la escuela, los chicos pobres no tienen nada que los organice: perdieron la noción entre mañana, mediodía y tarde”

Mayra Arena fue una niña pobre que se agarraba a trompadas con sus compañeras para que no la burlaran porque tenía cartuchera y mochila de varón (heredada de sus hermanos) y que casi no tiene fotos de su infancia. Como ella misma dice, carga con todos los estigmas de la pobreza: se crió en una villa de la periferia de Bahía Blanca, no tiene papá, son muchos hermanos, su mamá nunca trabajó, dejó la escuela a los 13 años y fue mamá adolescente a los 14. “En los barrios pobres no hay concepto de niñez porque enseguida los chicos adoptan responsabilidades de adulto”, dice esta mujer que estudia Licenciatura en Ciencias Políticas y que después de haber “trabajado casi de cualquier cosa”, hoy lo hace en el sector privado.Camina las villas y habla con todas las personas que puede. Mira a los ojos, se interesa. “Ser del palo” le permite hacer lecturas desde adentro, entendiendo lógicas que ella aplicó durante la mayor parte de su vida. Sabe de carencias, de falta de oportunidades y de prejuicios. Esos que ella también tuvo que atravesar para empezar a hablarle a la clase media sobre la miseria, ese monstruo que cada día se come a más chicos en la Argentina.Lo que más angustia a la autora de charla TED sobre “qué tienen los pobres en la cabeza”, es la pérdida de la noción del tiempo en los chicos pobres. “Lo que se acentuó con la pandemia es que ahora no hay noción de a qué hora se come, a qué hora se toma la leche o se va a apoyo escolar. Como no hay trabajo y los chicos van poco a la escuela, no hay diferencia entre la mañana, el mediodía o la tarde porque no hay una obligación o un horario ordenador de la vida. También los días son todos más parecidos, porque ¿qué diferencia al sábado de los martes o los jueves? Visitás merenderos y a la hora de la leche tiene que salir a buscar a los chicos a sus casas. Esto es lo más drástico que veo y lo que más me preocupa en el sentido de que va a ser muy difícil reorganizar todo lo que es una conducta o una responsabilidad. Hay un grado de apatía enorme y eso hace aún más difícil la llegada de la ayuda”, señala.-La invitación es a intentar ponernos en la piel de los chicos más pobres y entender cómo son sus realidades. ¿Qué implica ser un chico pobre hoy?¿Qué situaciones atraviesan en su día a día?-No hay mucha diferencia entre ser un chico o ser un adulto pobre. Si hay algo que caracteriza a los niños pobres de hoy es su mirada realista de la vida, la noción de los costos de las cosas, la noción de la inexistencia de la aplicación del derecho. Una de las cosas más preocupantes es que no hay concepto de niñez. Desde chiquitito vas a comprar solito y hay mucha autonomía en la niñez de los chicos pobres.- ¿En qué momento se empiezan a dar cuenta de que su realidad es distinta a la de otros y de que ellos todo les cuesta un poco más?-En realidad hay tantos chicos pobres que su realidad es igual a la de muchos otros y ven su vida de esa manera. Es muy común que los niños muy niños salgan a hacer los mandados, vayan a buscar la mercadería al comedor con sus hermanitos, no creo que haya una noción de que hay otra realidad diferentes porque todos los niños están más o menos en la misma.- Mucha más responsabilidad que juego…-Exacto, si bien en la infancia todo se toma como un juego y por eso es una parte de la vida que uno suele recordar con mucha más ternura de la que recibía. Como uno no tiene tanta noción de la injusticia, no se da cuenta de que lo que uno está viviendo es injusto.Arena señala que los chicos suelen tener problemas de motricidad fina: “no hay uso del tenedor o del cuchillo. En los comedores en general hay cucharas”, explica Ignacio Sanchez-En estas casas muchos chicos crecen si tener una mesa para poder comer, sin contar con algo tan básico como una canilla o con una mamá que sepa cocinar porque siempre comieron en la olla popular o en el comedor. ¿Qué impactos tiene en su desarrollo?-Lo que cambia mucho es la motricidad fina, no hay uso del tenedor o del cuchillo. En los comedores en general hay cucharas. El otro día un chico relativamente grande no podía sacar las galletitas del paquete ese cuadrado que es más ajustadito. Ni hablar de tener incorporado el sistema de duchas. También hay modales básicos que tampoco son incorporados y que tenemos que empezar a pensar cómo se los enseñamos porque sino después reciben la mirada negativa de la sociedad. Si nadie le explicó que esto es grosero o de mala educación es imposible que el chico lo incorpore.-Y en algún momento estos chicos empiezan a hacer preguntas incómodas como por qué no tenemos para comer o cuándo me vas a comprar la mochila para el colegio que pone al desnudo su realidad.-Eso pasa desde muy chicos y te diría que las dejan de hacer muy pronto porque conocen la imposibilidad. Y dejan de pedir cosas en sus casas e intentan conseguirlas por sus propios medios, porque saben que los adultos no se las pueden dar. De ahí que me preocupa la inclinación infantil al trabajo y la inclinación adolescente a la prostitución. Todas cosas que se están viendo mucho más temprano de lo que se veía. Se ha agravado mucho el cuadro.-Hablás de prostitución infantil. ¿Son chicas de qué edades?-Desde los 12 o 13 años puede empezar a haber. Entre las de 15 y 16 es una de las salidas posibles. La prostitución virtual en plataformas seguras es más de chicas de clase trabajadora y media empobrecida, las más pobres tienen redes sociales comunes y desde ahí intentan conocer a alguien que las saque de la pobreza. Hay un dato económico que no miente y es que aún con la crisis económica el único consumo que aumentó en las zonas más pobres son los productos de estética. Si ante la necesidad me arreglo todavía más, eso algo me dice.-¿Qué es lo que más les preocupa a estos chicos?-Hay mucha preocupación por sus hermanitos y eso te conmueve, mucha noción de lo caro que está todo y cómo pueden conseguir plata. Si tienen un objeto que aman hay mucho cuidado sobre el objeto. Porque en cualquier momento se puede romper o se puede perder. Los que son de familias muy numerosas si lo dejan en su casa no saben si va a estar ahí porque son un montón en la casa y nadie se hace cargo. También mucho interés por los celulares y por lo digital.-Y cuando sueñan, ¿con que sueñan en relación a su futuro?-Eso se ve muy poco. Hay mucho recorte de sueños y todo lo que se ve es de otros, de chetos. En mi barrio escuchar reggaeton era de chetos y había que escuchan cumbia. Yo intento trabajar sobre eso porque si todo es de cheto, a vos no te corresponde nada. Viajar es de cheto, estudiar es de cheto, tener algo es de cheto. Y, ¿a vos qué te queda? Entonces ahí hay una construcción de la identidad que termina siendo limitante.-Si no se puede soñar y nada me pertenece, ¿la aspiración pasa por lo material?-Hay una aspiración material muy diferente a lo que quizás desean otros chicos. Si tengo unos mangos quiero tener terribles zapatillas o un buen celular, hacerme algo en el pelo o tener algo de marca. Y tiene que ver con que si se puede soñar con tan pocas cosas que sean buenas. Y para las clases medias esas aspiraciones materiales no son concordantes con el progreso económico.-¿Por qué crees que los chicos no van a la escuela?-Ojalá tuviera el motivo pero de alguna manera las escuelas aceptan firmarle igual a la mamá que su nene viene al colegio para que puedan cobrar las asignaciones o las ayudas sociales. Y con que el nene vaya una vez por semana alcanza para que los chicos tengan currícula. Ningún grado de asistencia garantiza el aprendizaje pero imaginate una asistencia tan irregular.-No está vista la escuela como una escalera para un futuro mejor.-No, por nadie. Lo mismo ocurre con el trabajo. Para que hoy haya una inclinación a trabajar, a querer mejorar a través del trabajo y esas vías que históricamente fueron las vías legítimas de progreso, tiene que ser un valor cultural en tu familia. Caso contrario no porque aparte no es algo que de una movilidad económica en términos reales.-¿Ves mucha diferencia entre la pobreza en las grandes ciudades y en las zonas rurales?-Sí, muchísimas. En las grandes ciudades se come muy mal pero es muy difícil encontrar hambre y hay acceso a muchos recursos que son una base. Los niños en la pobreza rural están más desprotegidos porque todo el protagonismo se lo lleva el conurbano con sus grandes quilombos sociales. Los chicos nacidos en esas familias dependen de la suerte que les haya tocado.-Uno de los factores más determinantes si un chico va a ser pobre o no es su lugar de nacimiento y esto lo condiciona.-Lo condiciona pero quiero creer que nada es determinante. Sí creo que las instituciones que deberían garantizar que tu lugar de nacimiento no sea determinante vienen flaqueando. La educación en la Argentina está en una grave crisis, no garantiza movilidad cultural ni económica y entonces no tiene mucho sentido ir. Y los chicos se dan cuenta muy pronto de eso y lo dicen.-En estas familias tan numerosas y con tantos problemas, ¿qué espacio hay para que alguien mire a estos chicos, los escuche y crea en ellos?-Es muy difícil. En estas casas hay muy poco lugar para la escucha porque los problemas son gigantescos. Y los problemas de los adultos siempre parecen ser más graves que los de los chicos. Esto no es exclusivo de los pobres, también sucede en las clases medias. Si nacen en una familia en la que todo está mal, en la que los roles de niñez y de adultez están alterados, los chicos se terminan haciendo cargo de sus padres. Entienden que lo que les pasa a mamá no le va a calentar así que se ocupan ellos de sus cosas y también de sus hermanitos. Digo esto contra las mamás porque los papás ni siquiera están, se fugaron hace rato.-En nuestra recorrida vimos muchos chicos analfabetos escolarizados, que llegan a la secundaria sin saber leer ni escribir.-Vengo hablando de eso hace ya varios años y te lleva a la conclusión de que no podés confiar en nada. Porque antes nos preocupaba que los chicos no iban a la escuela y ahora resulta que los que van tampoco aprenden. Eso te habla del estado de la educación y de cómo están trabajando las instituciones.Una postal que se repite: familias desalojadas en las villas de la ciudad de Buenos AiresTomás Cuesta-¿Cuán importante son para estos chicos posibles redes de apoyo, que alguien los acompañe para poder salir adelante?-A mí me gusta mucho cuando las instituciones sacan a los chicos a ver el mundo. Yo que soy del sur pensaba antes que los de Buenos Aires eran pobres pero conocían el Obelisco. Ahora que estoy acá me doy cuenta de que los chicos que viven a media hora del Obelisco no lo conocen o nunca se subieron a un subte. Me pasa cuando llevo chicos que se te descomponen en el colectivo porque no están acostumbrados a andar. Y eso te da la señal de lo poco que salen a la vida. No conocen más las manzanas de su entorno.El grado que tenemos de abandono y desprotección en esos contexto es tan drástico que se necesita una presencia todos los días, por ese cambio que te decía de la dimensión del tiempo. Entonces ya no alcanza con que vayamos una vez por semana, hay que estar presente a diario para que vuelva a existir la noción de semana o fin de semana. Como no hay trabajo, todos los días son lo mismo.-¿Quién te dio a vos una oportunidad y cuál fue el punto de inflexión para poder empezar a construir un futuro distinto?-En mi caso hubieron dos grandes bisagras. La del inodoro que ya la he contado. Que fue mi amiga gracias a la que conocí una familia que se ganaba las cosas con trabajo. Mi mamá nunca trabajó y lo que sabía del trabajo era de gente que había tenido muy malas experiencias. Porque también esa es una realidad: los trabajos a los que se accede cuando uno vive en la miseria son trabajos de miseria y muy malos ingresos. Y hay que tener muy incorporado que el trabajo tiene un valor cultural porque es casi el único valor que tiene hoy porque no implica un valor económico.Y la segunda fue cuando conseguí mi primer trabajo bueno a los 16, al que entré mintiendo que tenía 19, diciendo que tenía conocimientos de enfermería cuando no era cierto. Después de varios meses se dieron cuenta de que yo no sabía nada, pero ya había ganado tanto terreno que me enseñaron. Y me dieron la posibilidad de aprender. Y eso quiero resaltarlo.-Nosotros invitamos siempre a la audiencia que se quiere comprometer con estas realidades. ¿Que pueden hacer para dar más oportunidades?-Animarse a darle trabajo a alguien que vive en la pobreza, que vive lejos, que tiene muchos hijos y que quizás muchas veces te va a faltar porque siempre hay quilombos. Un consejo que yo suelo dar es que empiecen a pagarles por semana o por quincena. Un mes es una dimensión del tiempo interminable para alguien que recién empieza a trabajar porque no va a tener plata para la SUBE o te va a pedir que le adelantes el sueldo. Pierden plata los primeros 30 días porque moverse implica gastos. En estos barrios el colectivo entra cuando quiere y eso me puede hacer llegar tarde, hay que coordinar con otros para ir juntos porque es peligroso y te tenés que poner de acuerdo.-Me parece muy interesante cuando vos analizás qué términos usamos cuando nos referimos a la pobreza, como si de alguna manera buscáramos romantizarla o no nos animáramos a llamarla tal cual es.-Se llena de eufemismos. A mí no me gusta cuando le ponen nombres lindos. Como cuando le dicen humildad, no entiendo de dónde salió eso. Una de las cosas que me molestaba cuando yo era chica, era que en el noticiero se referían a los chicos pobres como pibes y a los chicos no pobres como niños. Yo a la pobreza le digo pobreza, a la miseria le digo miseria y a las villas les digo villas.-No barrio popular.-Donde decís popular no se lee más nada porque no se qué quiere decir en tu mente popular y qué quiere decir en la mía. Recoleta también es un barrio. Hay que decir barrios pobres. No hay que tener miedo de llamar a las cosas por su nombre. Mientas más las maquillemos lingüísticamente menos las vamos a poder enfrentar en los hechos.-¿Cuánto te cambio a vos la educación, el acceso a los libros, al conocimiento?¿Cómo fue que la gente te empezó a escuchar y pasaste a ser portavoz de otros que sí tienen voz pero no son escuchados?-Me gusta que lo hayas dicho así. Yo creo que compartir el lenguaje con las clases medias es lo que me dio la posibilidad de ser escuchada. Porque es muy difícil escuchar una voz que habla en otro lenguaje. Y eso es lo que pasa en las villas. Por eso yo hablo de una extranjerización, por el cambio de códigos, de parámetros y por el cambio lingüístico. Entonces cuando se escucha a alguien de la villa, no se lo toma como un semejante, ni tan en serio ni se le dan las mismas oportunidades. Hay muchos juicios de valor inconscientes que entran en juego. En este sentido a mí me ayudó mucho ir a la escuela fuera de la villa. Ahí tuve que aprender nuevos códigos. Los libros fueron este darme cuenta de que había un mundo que hablaba de otra manera.-Hablemos del prejuicio de que las mujeres se embarazan para cobrar los planes.-Cuando estás embarazada recibís un grado de ternura muy alto que se termina cuando ya tenés a las criaturas. Una de las cosas que a mí más me elogian es haber tenido un solo hijo. Y reconozco que fue más fácil poder trabajar cama adentro con un solo bebé y que quizás con dos no me hubieran aceptado. Reconozco que criar un solo hijo es más fácil que criar cinco porque ya es un trabajo en sí mismo.Pero no creo que las decisiones personales de una mujer la hayan llevado a la miseria. Creo que ya estaba en la miseria de antes y en esa situación lo único que pudo hacer fue formar una familia. Es una especie de vocación, de salvataje, de identidad y también de posesión. También pasás a tener otro protagonismo para el Estado que ahora te mira. ¿Qué pasa con las mujeres de la villa que no tienen hijos?¿Existen para el Estado? Me parece que en ese cuadro de miseria la maternidad es el único camino que se ve. Por eso es tan urgente que saquemos a los chicos de la miseria, para que no se repitan esos círculos familiares.Micaela UrdinezTemasHambre de futuro FormosaHambre de futuroPobrezaVillas porteñasNiñezDerechos HumanosConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de Hambre de futuro FormosaSueña con ser enfermera. Su hijo murió por falta de atención médica y su único recuerdo es un pelucheLuisa Brumana: “El lugar de nacimiento indica qué probabilidad tiene un chico de ser pobre”Miedo a las represalias. La provincia donde los chicos no aprenden y la gente tiene miedo de hablar

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