“Solo nos falta Messi”. La parrilla que nació en 1943, se mudó 5 veces y tiene una particular “mesa de galanes”

escuchar>LA NACION>SábadoEl restaurante se volvió punto de encuentro de personajes del fútbol, la política y el espectáculo14 de septiembre de 2023Laura ReinaLA NACIONescucharQuien haya pensado que a Buenos Aires le faltaba “una mesa de galanes” seguramente nunca pisó La Raya. A punto de festejar 80 primaveras –se fundó el 21 de septiembre de 1943– la famosa parrilla porteña que hoy se ubica frente a Plaza San Martín sabe de trasnoches y tertulias.En sus inicios fue frecuentada por las glorias del fútbol y los cantantes de tango más famosos de aquellos tiempos: Alfredo Di Stéfano, Ángel Labruna, Vicente de la Mata, Pipo Rossi, Aníbal Troilo y hasta el Polaco Goyeneche. Allí, también, una jovencísima Mirtha Legrand festejó uno de sus cumpleaños junto a su melliza, Goldy.La Raya mantuvo un público fiel desde su fundaciónAlejandro Guyot Ya más cerca en el tiempo, Maradona y el Pájaro Caniggia, junto al Coco Basile, Mostaza Merlo y algún que otro DT, jugador o periodista deportivo –Horacio Pagani es uno de los habitués de siempre– aparecen retratados en las cientos de fotos que cubren las paredes del lugar. La única que falta es la de Leo Messi, pero Claudio Codina, heredero del restaurante fundado por su abuelo materno, Carlos Vinagre, y continuado por su padre, Roberto Codina, confía en que la va a colgar. View this post on Instagram A post shared by La Raya (@laraya.restaurante)
“Tengo vínculo con Messi desde 2007, cuando Basile dirigía la selección. Lo acompañé a la Copa América en Venezuela y forjamos un lindo vínculo –cuenta–. Hace poco estuve almorzando al lado de Leo cuando estuvo en Buenos Aires por la despedida de Riquelme y le dije: ‘Vino Di Stéfano, vino Pelé, vino Maradona. Me faltás vos’. Y él me contestó: ‘La próxima voy’. Espero que se dé”.Maradona y el Pájaro Caniggia, junto al Coco Basile, Mostaza Merlo y algún que otro DT, jugador o periodista deportivo aparecen retratados en las cientos de fotos que cubren las paredes del lugarAlejandro Guyot La fama del restaurante fue construida a base de las mejores carnes –especialmente las achuras– y una novedosa forma de pedirlas a través de una comanda que permitía elegir por corte y punto de cocción. “Mi abuelo quiso romper con la tradicional parrillada que echaba humo en la mesa y armó una comanda en la que cada uno pedía lo que deseaba y a su gusto. Podía elegir si prefería el corte jugoso o cocido”, dice Claudio. View this post on Instagram A post shared by La Raya (@laraya.restaurante)
El origen futbolero de La Raya estuvo marcado por su primera locación, en Rivadavia y Charlone, AvellanedaAlejandro Guyot El origen futbolero de La Raya estuvo marcado por su primera locación, acaso una de las más emblemáticas, en Rivadavia y Charlone, Avellaneda. Y así como en ese rincón del conurbano el corazón se divide entre 2 de los clubes argentinos más populares, La Raya continuó la tradición: la mitad de la familia fundadora era del Rojo y la otra, de la Academia. Promesa de polémica.“La Raya la fundó mi abuelo, hincha de Independiente, y la continuó mi papá, de Racing. Y yo soy de Huracán, así que imaginate”, confiesa Codina, que se hizo “del Globo” gracias a Sebastián Viberti, jugador de los 60 que iba a comer a La Raya cuando él era chico y lo llevaba a la cancha y a patear la pelota. View this post on Instagram A post shared by La Raya (@laraya.restaurante)
De su abuelo, Codina recuerda que ayudaba a su bisabuelo en un carrito frente al frigorífico La Blanca, a pasos del Riachuelo. Era el menor de 3 hermanos y después del colegio pasaba sus horas trabajando en el puesto que era la única entrada familiar. Pero un día la desgracia tocó la puerta. “A los 14 años se murió su papá y él quedó a cargo de todo solo –describe el nieto–. Estuvo en ese carrito un tiempo hasta que una ley municipal los prohibió y tuvo que salir a buscar un local para seguir trabajando. Consiguió uno cerca de donde estaba y ahí puso la parrilla. Fue el comienzo de todo”.“Te vamos a llenar de rayas”El misterio alrededor del nombre es algo que Codina revela como si se sacara un secreto de encima. “Era un modismo de aquella época que estaba relacionado con la forma de pedir fiado –explica–. Ibas al almacén o al restaurante y le decías al dueño o al mozo: ‘Sume y haga raya’, y así quedaba fiado hasta la próxima. Los amigos de mi abuelo le decían: ‘Ahora que abrís el restaurante te vamos a llenar de rayas’. Y tanto lo cargaban con eso, que quedó” .Pronto, el emblemático local de Avellaneda empezó a recibir a periodistas y jugadores de Independiente y de Racing y su fama comenzó a escalar entre figuras de otros deportes y del espectáculo a los que se sumaban algunos políticos. En esa mezcla ecléctica se fue generando un ambiente especial.En 1961 se produjo la primera de las muchas mudanzas que tuvo La Raya: cruzó la General Paz y saltó a Capital, a Pavón y La Rioja, en el barrio de San Cristóbal. “Fueron unos años maravillosos. Lo más lindo de ese local era que atrás había una glorieta al aire libre que en los veranos se habilitaba para la cena. Era un lugar muy agradable, con una frondosa arboleda, y los sábados o domingos al mediodía con algunos amigos míos jugábamos ahí a la pelota”, recuerda Codina.En la sede de Pavón, el futbolista Chirola Yazalde –gloria de Independiente que jugó en Europa– hizo la fiesta de su casamiento con la modelo portuguesa Carmen Yazalde. El padrino de la boda fue nada menos que Carlos Vinagre, que preparó especialmente el restaurante para su amigo, aunque un diluvio inédito cayó ese día sobre Buenos Aires haciendo que faltaran la mitad de los invitados.El local de la calle Pavón también fue punto de encuentro después de las míticas jornadas de boxeo en el Luna Park. Por esos años, empezó a frecuentarlo gente del ambiente del boxeo como Tito Lectoure y el doctor Roberto Paladino, reconocido médico de glorias como Ringo Bonavena, Nicolino Locche y Horacio Accavallo. También recibía capocómicos y vedettes de las revistas de la calle Corrientes, así como varios políticos. “Cuando Héctor Cámpora ganó la elección en 1973 vino a festejar con Solano Lima. Tuvimos de todos los partidos: muchos radicales, como Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa cuando era intendente, Eduardo Angeloz y Jesús Rodríguez. También estuvieron Carlos Menem y Néstor Kirchner, que vino como gobernador, no como presidente, y tantos otros que no recuerdo. Faltó que viniera Perón”.”La noche porteña ha perdido el glamour”, se lamenta Codina, dueño del mítico restauranteDIEGO SPIVACOW / AFV En 1995 hubo una nueva mudanza, esta vez a la zona de Barrio Norte, en la calle Ocampo y Las Heras. “Fue por una cuestión de seguridad. El ambiente se había puesto pesado en Pavón, sobre todo a la noche”, confiesa Codina. Sin embargo, en el local de Ocampo hubo un asalto en 1998 que salió en todos los medios: además del hecho policial, en el que los delincuentes se llevaron dinero y relojes de los comensales, las crónicas de la época destacaban que esa noche estaban cenando ahí Hugo Sofovich, Emilio Disi y Mariano Mores.La de Ocampo, dice Codina, fue otra época memorable. “Ahí le festejamos el cumpleaños a Diego. Esa noche venía de Canal 7, donde le regalaron una torta con forma de pelota, y cayó al restaurante con la torta. Y como después de las 12 era el cumpleaños del Coco Basile, que estaba cenando ahí, soplaron las velitas juntos”.Maradona y Basile festejaron sus cumpleaños en La RayaPara Codina, aquellas noches de La Raya eran una verdadera caja de sorpresas: “Muchos deportistas o actores avisaban, pero otros te caían de la nada, con el salón completo, y obviamente siempre les hacíamos un lugar –dice–. La puerta se cerraba a la 1 de la madrugada y podías sentarte a comer . Hoy eso se perdió, dejó de ser la Buenos Aires de antes. Hay costumbres que en los últimos 10 años fueron desapareciendo. La noche porteña ha perdido ese glamour, lamentablemente”.De 2005 al 2010 La Raya tuvo una sucursal en San Telmo, en la intersección de las calles Chile y Balcarce: “Era una época donde el turismo estaba en auge y se me dio por intentarlo –comenta Codina–. Ese lugar funcionó 5 años hasta que falleció mi socio y se terminó. Seguí solo con el local de siempre”. Tiempo después, llegaría una nueva mudanza: de Ocampo se mudaron a Palermo, a Malabia y Gorriti, donde estuvieron apenas 15 meses. La incomodidad con la zona, el sentir que el restaurante no encajaba ahí, hizo que se trasladaran a la Asociación de Propietarios de Caballos de Carreras, en Ayacucho y Libertador. Hasta que volvieron a cambiar a su locación actual, la de San Martín 1157.“Este local lo conseguimos en diciembre de 2018 y abrimos recién en diciembre de 2021. Empezamos con la reforma y como toda obra, sabés cuándo empezás, pero no cuándo terminás. Llegamos a diciembre de 2019, pero no nos parecía abrir en el verano y lo estiramos a marzo. Y en marzo de 2020 pasó lo que pasó”, reflexiona Codina. View this post on Instagram A post shared by La Raya (@laraya.restaurante)
A pesar de las mudanzas, el público de La Raya sigue siendo fiel. No solo por las delicias de la parrilla –con las mollejas y riñoncitos fileteados, chinchulines y criadillas de cordero como platos emblemáticos–, sino, sobre todo, por la relación forjada a lo largo de tantos años. “Hay familias que vienen y me dicen que sus abuelos eran amigos del mío, y empiezan a contarme anécdotas. Hay un vínculo de afecto enorme”, dice Codina al borde de la emoción. Esa emoción es el combustible del que se alimenta para seguir con La Raya.“A pesar de que muchas veces te replanteás si vale la pena seguir, porque en este país nada es fácil, siempre elegimos darle para adelante. Hemos pasado innumerables crisis, la híper, el efecto Tequila, el corralito y ahora esta. Pero salimos de todas. Para mí esto no es un negocio, es un gran legado que construyó mi abuelo, que siguieron mis viejos y continué yo. La historia es más fuerte que cualquier crisis. Con mi familia, pasamos la vida acá.”Laura ReinaConforme a los criterios deConocé The Trust Project

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